martes, 10 de julio de 2012

El barítono Guarionex Aquino en el AGN. 2 de 2




Publicado en Areíto, el 21 de abril del 2012

Arístides Incháustegui, en su libro “Por amor al arte” (SD: Secretaría de Educación, Bellas Artes y cultos, 1995, p. 108) define así la voz de Guarionex Aquino, opinión que suscribo, al evocar al cantante en este punto y hora: “es de barítono lírico, redonda, intensa, límpida y de gran volumen, muy extensa hacia la región aguda y capaz de sobrepasar el La natural. Su media voz era fluida y dócil y su timbre, aterciopelado y pastoso, aunque era particularmente apropiado para el repertorio romántico, le confería una singular calidad a sus interpretaciones en el ámbito de la música culta. Tenía dicción clara y muy cuidada, y su fraseo era amplio y noble. Su varonil estilo de cantar fue la síntesis de toda la riqueza artística del ambiente de La Voz Dominicana, del cual él llegó a ser uno de los productos más acabados.”

Dentro del estrecho margen de acción que brindó la dictadura para las prácticas artísticas, la música popular, casi siempre socialmente aséptica, el nacionalismo musical adoptado y apoyado por Trujillo fue muy fecundo cuando adoptó la alianza con el folklore y el arte popular, pero un tanto pedestre cuando cayó en el regionalismo. Y no caer en él era una forma de morir de hambre, pues la dictadura brindaba poco espacio para la creación en libertad y por eso brillaron tanto los conjuntos típicos o vernáculos que se dedicaban a difundir los más disímiles temas merengueros y otros géneros (mangulina, sarambo, carabiné, mediatuna y guarapo) en vía de extinción hacia finales de 1960, pero revividos a partir del Movimiento Renovador por el Coro y la Rondalla de la UASD y los grupos folklóricos que a su influjo surgieron luego para reivindicar las identidades políticas. Bastardías ideológicas, hijas del mismo nacionalismo musical.

Y Guarionex Aquino, con esa voz definida por Arístides Incháustegui le pagó tributo al regionalismo al incluir en su repertorio temas como “Baní”, del maestro Gallardo; “Barahona” (DR, según el librito que acompaña los cuatro Cdés del AGN, “Azua”, de Guaroa Pérez Oviedo; “Seibanita”, de Julio Grautreau; y, “Amor profundo”, recreación de la décima “Amor y geografía” de Juan Antonio Alix y música de Julio Alberto Hernández.

Incluso como lo señala Arístides Incháustegui, el barítono Aquino fue productor, entre 1964 y 1965, del programa “Estampas de mi tierra” que “se transmitía por la radio televisora oficial y para ese espacio logró reunir un amplio número de canciones dedicadas a las diferentes provincias del país, de las cuales grabó discos sencillos de 45 RPM.” (p. 107)

Entre ese grupo de canciones está “Mañanitas de San Juan”, pequeño poema de Amada Nivar de Pittaluga al que le puso el arreglo musical para guarapo Julio Alberto Hernández (“Música dominicana”. SD: UASD, 1992, pp. 54-58) y no sé si ella lo incluyó en sus tres libros de poemas publicados en 1938, Palma real; 1957, Rosa de América; y 1972, Los tres tiempos de la rosa.
Pero sea como sea, en “Mañanitas de San Juan” se conjugan en una unidad indisoluble voz, melodía y discurso poético, ya sea interpretado por Guarionex Aquino o por Arístides Incháustegui, uno barítono, el otro tenor.

El gozo rítmico del poema lo produce el encuentro feliz e inconsciente del vocalismo a lo largo del pequeño texto, introducido por el coro mixto para que el barítono Aquino entre con el ataque al inicio de Má, de Mañanitas, que aunque es inacentuada, el ataque marca esa a como acentuada y las otras dos, inacentuadas repiten como eco la primera y se repercuten en San y finalmente en Juan, sílaba final acentuada. Lo cual se repercute con más intensidad rítmica en el segundo verso /de San Juan de la Maguana/ donde sentido y voz subordinan la melodía sin anularla e informan al lector-oyente acerca del espacio geográfico: región Sur. El mismo vocalismo en a aparece de nuevo en el tercer verso: repican en tu campana/. La primera a de repican es inacentuada, pero la de campana está rítmicamente acentuada y mantiene con el resto del poema el dominio de los vocablos acentuados en las sílabas con vocal a. Y las i, acentuadas o no, realizan un contrapunteo con las palabras que contienen la vocal a, acentuada o no, como en MañanÍtas, repican, campanÍtas y cristal.

Estas íes, acentuadas o no, volvemos a encontrarlas al inicio de la segunda estrofa: Tus jardÍnes de cristal/tus rocíos en la flÓr/y el encendÍdo olÓr/de tus frutos de corÁl/. La tercera estrofa es eco de la segunda, donde se introduce la o acentuada que viene a competir con i y a, verbigracia, en flor, olor, coral. En esta tercera estrofa el inicio es semejante al de la primera estrofa: Mañanitas de San Juan, pero la progresión del conocimiento del sentido avanza hacia algo nuevo: repÍcan el corazÓn/repitiendo alegre sÓn/de una mañÁna pascuÁl/.

Y, finalmente, la última estrofa cierra el joyel con la oposición entre e y o flanqueadas por las i agudas acentuada y acentuada de /RIvalÍzan con tu ciÉlo/de la ensÉña los colÓres/y de los cÁmpos las flÓres/con las riquÉzas del suÉlO/.

La ideología nacionalista, casi ausente, se coló en el verso de la última estrofa: /de la enseña los colores/, pero en el pleito de las vocales, la a y la i acentuadas opacan, aunque no anulan, esa concesión al poder cultural de la época.

Es en virtud de este ritmo del poema que esta pequeña obra maestra de la poeta Nivar y el músico Hernández se seguirá cantando de una generación a otra en la voz de diferentes intérpretes. Es tan fuerte el encuentro del poema con la música y el canto que se nos hace imposible disociar unos de la otra. Y a menos que no sea por un propósito didáctico, no leemos el poema aislado de la música desde el momento en que escuchamos por primera vez las interpretaciones de Guarionex Aquino y Arístides Incháustegui.



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