viernes, 1 de junio de 2012

SEGUNDO MANIFIESTO DE LA POÉTICA


La noción de “ritmo” en su expresión Lingüística[1]

Un ensayo de ÉMILE BENVENISTE
(Primera parte)

1
Puede ser la tarea de una psicología de los movimientos y los gestos, la de estudiar paralelamente los términos que los denotan y los psiquismos que los ordenan, es decir, el sentido inherente a los términos y las representaciones a menudo muy diferentes que despiertan. La noción de “ritmo” es una de las que atraviesan una amplia porción de las actividades humanas. Quizá sirva tal noción para caracterizar distintivamente los comportamientos humanos, individuales y colectivos, en la medida en que adquirimos conciencia de las duraciones y sucesiones que los ordenan y también cuando, por encima del orden humano, proyectamos un ritmo en las cosas y los acontecimientos. Esa vasta unificación del ser humano y la naturaleza desde una consideración de “tiempo”, intervalos y retornos semejantes, ha tenido como condición el uso de la palabra misma, la generalización, en el vocabulario del pensamiento occidental moderno, del término ritmo que, a través del latín, nos viene del griego.

2
En griego mismo, donde ρυθμός designa en efecto el ritmo, ¿de dónde deriva la noción y qué significa en propiedad? La respuesta está dada idénticamente por todos los diccionarios: ρυθμός es el abstracto de ρειν, “correr”, el sentido de la palabra, dice Boisacq, ha sido tomado como préstamo a los movimientos regulares de los flujos. Esto es lo que se enseñaba hace más de un siglo, cuando surgió de la gramática comparada, y es lo que se repite todavía. Y, en efecto, ¿existe algo más simple y más satisfactorio? El ser humano ha aprendido de la naturaleza los principios de las cosas. El movimiento de los flujos hizo que naciera en su espíritu la idea de ritmo y ese descubrimiento primordial está inscrito en el término mismo.

3
No existe dificultad morfológica en relacionar ρυθμός con ρειν, en virtud de una derivación de la cual tendremos que considerar el detalle. Sin embargo, el enlace semántico que se establece entre “ritmo” y “correr”, por mediación del “movimiento regular de los flujos”, se revela a simple vista imposible al primer examen. Basta con observar que ρέω y sus derivados nominales (ρεΰμα, ροη, ρόος, ρυάς, ρυτός, etc.) indican exclusivamente la noción de “correr”. Sin embargo, el mar no “corre”. Del mar, jamás se dice ρειν y, por otra parte, ρυθμός no es empleado nunca para referirse al movimiento de los flujos. Son otros términos completamente diferentes los que designan ese movimiento: άμπωτις, ρακΐα, πλημυρΐς, σαλεΰειν. Al contrario, solamente el río y el arroyo corren (ρεΐ); ahora bien, una corriente de agua no tiene “ritmo”. Si ρυθμός significa “flujo, corriente”, no se entiende cómo tomó el valor propio a la palabra “ritmo”. Existe contradicción entre el sentido de ρειν y el de ρυθμός, y la dificultad no se resuelve al imaginar –lo que es pura invención– que ρυθμός ha podido describir el movimiento de los flujos. Mucho mejor: ρυθμός, en sus más antiguos usos no se refiere al agua que corre, e incluso no significa “ritmo”. Toda esa interpretación descansa en datos inexactos.

4
Es necesario, para restaurar una historia que ha sido menos simple, y que es también más instructiva, comenzar por fundar la significación auténtica de la palabra ρυθμός y describir el uso en sus comienzos, los cuales se remontan a muy lejos. El término ritmo está ausente de los poemas homéricos. Se lo encuentra sobre todo en los autores jónicos y en la poesía lírica y trágica, luego en la prosa ática, sobre todo en los filósofos .[2]

5
Es en el vocabulario de la antigua filosofía jónica donde captaremos el valor específico de ρυθμός, y muy particularmente en los creadores del atomismo, Leucipo y Demócrito. Estos filósofos hicieron de ρυθμός (ρυσμός)[3] , un término técnico, una de las palabras claves de su doctrina, y Aristóteles, gracias a quien nos han llegado varias citas de Demócrito, nos trasmitió la significación exacta. Según él, las relaciones fundamentales entre los cuerpos se establecen por sus diferencias mutuas, y esas diferencias se reducen a tres: ρυθμός, διαθιγή y τροπή, las cuales Aristóteles interpreta sí: διαφέρειν νάρ φασι τό όν ρυσμώ καί διαθιγή καί τροπή τούτων δ’ό μέν ρυσμός σχήμά έστιν, ή δή διαθιγή: “Las cosas difieren por ρυσμός, la διαθιγή y la τροπή; el ρυσμός es el σχήμα (“forma”); la διαθιγή (“contacto”) es la ταζις (“orden”) y la τροπή (“giro”) es la θέσις, “posición” (Metafísica, 985 b 4). Se desprende de este texto importantre que ρυσμός significa σχήμα (“forma”), lo que Aristóteles confirma, en la continuación de ese pasaje, por un ejemplo que toma prestado a Leucipo. El Etagirista ilustra esas tres nociones aplicándolas respectivamente a la “forma”, al “orden” y a la “posición” de las letras del alfabeto[4] : A difiere de N por el σχήμα (o ρυσμός), AN difiere de NA por la ταζις y la I difiere de la H por la θέσις.

6
Retengamos de esta cita que ρυσμός tiene como equivalente a σχήμα. Entre A y N, la diferencia es, en efecto, de “forma” o de “configuración”: dos trazos son idénticos, el tercero, que es A, difiere solo, al ser interno en A y externo en N. Demócrito usa siempre ρυθμός[5] con el sentido de “forma”. Él escribió un tratado Περί τών διαφερόντών ρυθμων, lo cual significa “acerca de la variedad de forma (de los átomos)”. Su doctrina enseñaba que el agua y el aire ρυθμώ διαφέρειν son diferentes por la forma que adoptan sus átomos constitutivos. Otra cita de Demócrito demuestra que aplicaba también ρυθμός a la “forma” de las instituciones: ούδεία ηχανή τώ νύν κθεστώτι ρυθμώ μή ούκ άδικεν τούς άρκοντας, “no hay medio de impedir que, en la forma (de constitución) actual, los gobernantes no cometan injusticia”. Del mismo sentido proceden los verbos ρυσμώ, μεταρρυσμώ, μεταρρυσμίζςω, “formar” o “transformar”, en lo físico o lo moral: άνοήμονες ρυσμούνται τοϊς τής τύχης κέρδεσιν, οί δέ τών τοιώνδε δαήμονες τοϊς τής σοφίης, “los tontos se forman por las ganancias de la suerte, pero quienes conocen (lo que valen) esas ganancias, por las de la sabiduría”; ή διδαχή μεταρυσμοϊ τόν ανθρων, “la educación transforma al ser humano”; άνάγκη… τά άχήματα μεταρρυθμίζεσθαι, “es muy necesario que los σχήματα cambien de forma (para pasar de lo anguloso a lo redondo)”. Demócrito emplea también el adjetivo έπιρρύσμος cuyo significado puede ahora rectificarse; ni “corriente, que se expande (Bailly) ni “adventitiuus” (Liddell-Scott), sino “dotado de una forma”; έεή ούδέν ϊσμεν περίούδενός, άλλ’ έπιρρυσμίν άστοισιν ή δόξις, “no sabemos nada en verdad acerca de nada, pero cada cual da una forma a su creencia” (en ausencia de conocimiento acerca de algo, cada cual se fabrica una opinión acerca de ese algo.

7
No existe pues ninguna variación, ninguna ambigüedad en la significación que Demócrito asigna a ρυθμός, la cual es siempre “forma”, entendiendo por esto la forma distintiva, el arreglo característico de las partes de un todo. Establecido este punto, no hay ninguna dificultad en confirmarlo por la totalidad de los ejemplos antiguos. Consideremos primero la palabra en la prosa jónica. La encontramos una vez en Herodoto (V, 58), al mismo tiempo que el verbo μεαρρυθμίζω, en un pasaje particularmente interesante porque trata de la “forma” de las letras del alfabeto: “(los griegos tomaron prestado a los fenicios las letras de su escritura;”) μεταά δέ χρόν προβίνοντος άμα τή φωνή μεέβλον καί τόν ρυθμόν τών γραμμάτων, “a medida que el tiempo pasaba, al mismo tiempo que cambiaban de idioma, los cadmeos cambiaron también la forma (ρυθμός) de los caracteres”; οίoí παραλαβοντες (“Іωνες) διδαχή παρά τών Фοινκων τά γράμματα, μεταρρυθμίσαντές ςφεων όλίγα έχρέωντο, “los jonios tomaron prestado, por medio de aprendizaje, las letras a los fenicios y las emplearon luego de haberlas transformado un poco (μεταρρυθίσαντές)”. No es un azar si Herodoto emplea ru0mós, por la forma de las letras casi para la misma época en que Leucipo, lo vimos, definía esa palabra sirviéndose justamente del mismo ejemplo. Es la prueba de una traducción más antigua todavía, que aplicaba ru0mós a la configuración de los signos de la escritura. La palabra permaneció en su uso en los autores del Corpus hipocrático, y en el mismo sentido. Uno de ellos prescribe, para el tratamiento del zopo, que se emplee un pequeño zapato de plomo “de la forma de los crépidos de Quíos” (οίον αί χίαι κρηπίδες ρυμόν είχον)[6]. De ρυθμός se derivan los compuestos όμόρρυσμος, όμόιόρρυμός, “de igual forma”, όμορρυσμίν, “semejanza” (Hpc., 915 h, 916 b). εύρρυσμός, “de forma bella, elegante”, etc.

8
Si consultamos a los poetas líricos, es aún más temprano, desde el siglo VII, que vemos aparecer ρυσμός. Está tomado, como σχήμα o τρόπος, para definir la “forma” individual y distintiva del carácter humano. “No te vanaglories de tus victorias en público, aconsejo Arquíloco, y no te derrumbes en tu casa a llorar tus derrotas; alégrate de todo lo que sea motivo de júbilo y no te irrites demasiado con las desgracias, γίγνωσκε δ’ οίος ρυθμός άνθρώπους έχει, aprende a conocer las disposiciones que tienen los seres humanos” (II, 400, Bergk. En Anacreonte, los ρυσμοί son también las “formas” particulares del humor y el carácter: έγώ δέ μισέω πάντας όσοι σκολιούς έχουσι ρυσμούς καί χαλεπούς (frag. 74, 4), y Teognis cuenta el ρυθμός entre los rasgos distintivos del ser humano: μήποτ’ έπαινήσης πρίν άν είδής ςνδρα σαφηνώς όργήν καί ρυθμόν καί τρόπον όντιν’ έχει, “no alabes nunca a un hombre antes de conocer claramente sus sentimientos, sus disposiciones (ρυσμός), su carácter” (964). Traigamos a Teócrito: ‘Аυτονόας ρυθμός ωύτος, “la actitud de Autonoe fue la misma” (XXVI, 23).

9
En los trágicos, ρυθπμός y los verbos derivados guardan constantemente el mismo sentido que en todos los textos ya citados: έν τριγώνοις ρυθμόϊς, “de forma triangular”, en un fragmento de Esquilo (fragm. 78, N2); νηλεώς ώλ’ έρρύθμισμαι, “un sino implacable ha hecho mi forma (: mi carácter) actual” (Prometeo, 243); πόρον μετερρύθμιζε, “(Jerjes, en su demencia,) pretendía transformar un estrecho” (Persas, 747); μονορρύθμοι δόμοι, “una estancia dispuesta para una sola persona” (Suplicantes, 961) . Muy instructivo es el empleo de ρυθμίζω en Sófocles (Antígona, 318: al guardián a quien ordena que se calle porque su voz le hace sufrir y que le pide: “¿Es a los oídos o en tu alma que mi voz te hace sufrir?”, Creón responde: τί δέ ρυθμίζεις τήν έμήν λύπην όπου; “¿Por qué ubicas el sitio de mi dolor?” Ese es exactamente el sentido de ρυθμίζω, “dar una forma”, y el copista traduce con razón ρυθμίζειν por σχηματίζειν, λιατοποϋν, “figurar, ubicar”. Eurípides habla de ρυθμός de un vestido, de su “forma” distintiva (ρυθμός πέπλων, Hércules, 130); de la “modalidad” de un asesinato (τρόπος καί ρυθμός φόνου, Electra, 772); de la “marca distintiva” del duelo (ρυθμός κακών, Suplicantes, 94); él emplea εύρρθμως, “de forma conveniente”, para el arreglo de una cama” (Cíclades, 563 y άρρυθμος, por una pasión “desproporcionada” (Hipias, 529).

10
Ese sentido de ρυθμός persiste en la prosa ática del siglo V. Jenofonte (Memoria, III, 10, 10) hace del ρυθμός “lo que tiene proporción”, la calidad de una bella coraza, que él califica de ευρυθμος, “de forma bella”. En Platón, sacamos, entre otros, el ρυθμός, la “disposición proporcionada” entre la opulencia y la carencia (Leyes, 728 e), y expresiones como ρυθμίζειν τά παιδικά, “formar un joven favorito” (Fedro, 253 b), μεταρυθμίζεσθαι, “reproducir la forma”, al hablar de las imágenes que los espejos devuelven (Timeo, 46 a); en Jenofonte (Economía, XI, 2, 3), ese mismo verbo μεταρυθμίζειν significa en el plano moral “reformar (el carácter)”. Y Aristóteles mismo forja άρρύθμίστος, “irreductible a una forma, desorganizado” (Metafísica, 1014 b 27).

11
Hay que limitar aquí esta lista más o menos exhaustiva de ejemplos. Las citas bastan para establecer ampliamente: 1º que ρυθμός no significa nunca “ritmo” desde el origen hasta el período ático; 2º que no es aplicado nunca al movimiento regular de los flujos; 3º que el sentido constante es “forma distintiva”; figura proporcionada, disposición”, además de las condiciones de empleo más diversas.[7] De igual modo, los derivados o compuestos, nominales o verbales de ρυθμός se refieren únicamente a la noción de “forma”. Tal ha sido la significación exclusiva de ρυθμός en todos los géneros de escritos hasta la época en que detuvimos nuestras citas.

12
Establecido este sentido, se puede y hay que precisarlo. Para “forma”, existen en griego otras expresiones: σχήμα, μορφή, έίδος, etc., de las cuales ru0mós debe, de alguna manera, distinguirse mejor que como lo ha hecho nuestra tradición. La estructura misma de la palabra ρυθμός debe ser interrogada. Podemos ahora volver útilmente a la etimología. El primer sentido, tal como ha sido establecido, parece alejarnos definitivamente de ρεϊν, “correr”, mediante el cual se lo explicaba. Y sin embargo, no abandonaremos a la ligera una comparación morfológicamente satisfactoria; la relación de ρυθμός con ρέω no se presta en sí misma a ninguna objeción. No ha sido la derivación misma lo que hemos criticado, sino el sentido inexacto de ρυθμός inferido de semejante derivación. Ahora podemos, conforme al sentido rectificado, tomar de nuevo el hilo del análisis. La formación en -θμός amerita cuidado en razón del sentido especial que confiere a las palabras “abstractas”. Esta indica, no el realización de la noción, sino la modalidad particular de su realización, tal cual se presenta a la vista. Por ejemplo, όρχησις es el acto9 de bailar, όρχηθμός el baile particular visto en desarrollo; χρήσις es el hecho de consultar un oráculo, χρησμός la respuesta particular obtenida del dios; θέσις es el hecho de plantear, θεσμός la disposición particular; στάσις es el hecho de comportarse, σταθμός la manera de comportarse, de ahí: equilibrio de una balanza, o: estación ocasional, etc. Pero es sobre todo el sentido del radical lo que hay que considerar. Cuando los autores griegos usan ρυθμός por σχήμα, cuando lo traducimos por “forma”, se trata en los dos casos de una aproximación. Entre σχήμα y ρυθμός, hay una diferencia: σχήμα en relación con έχω, “yo (me) comporto” (cf. para la relación del latín habitus: habeo) se define como una “forma” fija, realizada, colocada de alguna manera como un objeto. Al contrario, ρυθμός, de acuerdo con los contextos donde está dado, designada la forma en el instante en que esta es asumida por lo moviente, móvil, fluido, la forma de lo que no tiene consistencia orgánica: conviene al pattern de un elemento fluido, a una letra modelada arbitrariamente, a un peplo que uno arregla a su modo, a la disposición particular del carácter o del humor. Es la forma improvisada, momentánea, modificable. Ahora bien, ρεϊν es el predicado esencial de la naturaleza y las cosas en la filosofía jónica desde Heráclito, y Demócrito pensaba que, como los átomos lo producían todo, sólo su orden diferente produce la diferencia de las formas y los objetos. Se puede ahora comprender que ρυθμός, que significa literalmente “forma particular de fluir” , haya sido el término más apropiado para describir “disposiciones” o “configuraciones” sin fijación ni necesidad natural y que resulta de un ordenamiento siempre sujeto a cambios. La elección de un derivado de ρεϊν para expresar esa modalidad específica de la “forma” de las cosas es característica de la filosofía que la inspira; es una representación del universo en la cual las configuraciones particulares de lo moviente se definen como “fluencias”. Existe una relación profunda entre el sentido propio del término ρυθμός y la doctrina de la cual este revela una de las nociones más originales.

13
¿Cómo se inserta, entonces, en esta semántica coherente y constante de la “forma”, la noción de “ritmo”? ¿Dónde reside su relación con el concepto propio de ρυθμός ? El problema radica en captar las condiciones que han hecho de ρυθμός la palabra apta para expresar lo que entendemos por “ritmo”. Esas condiciones están ya parcialmente implicadas por la definición planteada arriba. El sentido moderno, que existe también en griego moderno, deriva a priori de una especialización secundaria, el de “forma” al estar documentado solamente hasta mitad del siglo VI. Ese desarrollo es en realidad una creación, a la cual podemos asignar, si no una fecha, al menos una circunstancia. Fue Platón quien precisó la noción de “ritmo”, al delimitar en una acepción nueva el valor tradicional de ρυθμός. Hay que citar los textos principales donde está fijada la noción. En Filebo (17 d), Sócrates insiste en la importancia de los intervalos (διαστήματα), de los cuales hay que conocer los caracteres, las distinciones y las combinaciones si se desea estudiar seriamente la música. “Nuestros precursores, dice él, nos enseñaron a nombrar esas combinaciones con la palabra “armonías” (άρμονίας); έν τέ ταϊς κινήσεσις αϋ τοϋ σώματοςs έτερα τοιαϋτα ένότα πάθη γιγνόμενα, ά δή δι’ άριθμών μετρηθέντα δεϊν αϋ φασί ρυθμύς καί μέτρα έπονομάζειν. “Nos enseñaron también que se producen otras cualidades análogas, inherentes esta vez a los movimientos del cuero, las cuales están sometidas a los números y que hay que llamar ritmos y medidas (ρυθμύς καί μέτρα ). En el Banquete (187 b): ‘Н γάρ άρμονία συμφωνία έστίν συμφωνία δέ όμολογία τις… ώσπερ γε καί ό ρυθμός έκ τοϋ ταχέος καί βραδέος, έκ διενηνεγμένων πρότερον δέ όμολογησάντων γέγονε. “La armonía es una consonancia, la consonancia un acorde… De la misma manera, el ritmo resulta de lo rápido y lo lento, primero opuestos, luego acordados.” Finalmente, en las Leyes (665 a), él enseña que los jóvenes son ruidosos y turbulentos, pero que cierto orden (τάξις), privilegio exclusivamente humano, aparece en sus movimientos: τή δή τής κκινήσως ταξει ρυθμός όνομα είν, τή δ’ αϋ τής φωνής, τοϋ τ’ όξέος άμα καί βαρέος συγκεραμφότερον, άρμονία όνομα προσαγορεύοιτο χορεία δή τό ξυναμφότερον κληθείη. “Este orden en el movimiento ha recibido precisamente el nombre de ritmo, mientras que se llama armonía al orden de la voz donde el agudo y el grave se funden, y donde la unión de las dos voces se llama arte coral.”

14
Se ve cómo esta definición procede del sentido tradicional y cómo también lo modifica. Platón usa todavía ρυθμός en el sentido de “forma distintiva, disposición, proporción”. Él innova al aplicarlo a la forma del movimiento que el cuerpo humana realiza en el baile, y a la disposición de las figuras en las cuales ese movimiento se lleva a cabo. La circunstancia decisiva está ahí, en la noción de un ρυθμός corporal asociado al μέτρον y subordinado a la ley de los números; esa “forma” está determinada de ahora en adelante por una “medida” y subordinada a un orden. He ahí el sentido nuevo de ρυθμός: la “disposición” (sentido propio de la palabra) está constituida en Platón por una secuencia ordenada de movimientos lentos y rápidos, de igual manera que la “armonía” es el resultado de la alternancia de lo agudo y lo grave. Y de ahora en adelante se llama ρυθμός al orden en el movimiento y al proceso completo de ordenamiento armonioso de las actividades corporales combinado con un metro. Se puede entonces hablar del “ritmo” de una danza, de un caminar, de un canto, de una dicción, de un trabajo y de todo lo que supone una actividad continua descompuesta por el metro en tiempos alternados. La noción de ritmo está fijada. A partir del ρυθμός, configuración especial definida por el arreglo y la proporción distintivas de los elementos, se alcanza el “ritmo”, configuración de los movimientos ordenados en la duración: πάς ρυθμός ώρισμένη μετρεϊται κινήσει, “todo ritmo se mide por un movimiento definido” (Aristóteles, Problemas, 882 b 2).

15
La historia esbozada aquí ayudará a apreciar la complejidad de las condiciones lingüísticas de donde ha sido desgajada la noción de “ritmo”. Estamos bastante lejos de las representaciones simplistas que una etimología superficial sugería. No fue contemplando el juego de las olas en la ribera que el heleno primitivo descubrió el “ritmo”; somos nosotros quienes, al contrario, metaforizamos hoy cuando hablamos del ritmo de los flujos. Ha sido necesaria una larga reflexión sobre la estructura de las cosas, luego una teoría de la medida aplicada a las figuras de la danza y las reflexiones del canto para reconocer y nombrar el principio del movimiento cadenciado. Nada ha sido menos “natural” que esta elaboración lenta, fruto del esfuerzo de los pensadores, de una noción que nos parece tan necesariamente inherente a las formas articuladas del movimiento, aunque nos cuesta trabajo creer que no se haya tenido conciencia desde el origen.


1.Journal de Psicholoigie. 1951. Publicado en Problemas de linguistique génerale I. París: Gallimard, 1971. No fue, increíblemente, incluido en la traducción de Problemas de Lingüística general (dos tomos) de Nicolás Rosa para Siglo XXI de México en 1979. La presente traducción de este ensayo al español fue realizada por Diógenes Céspedes para sus estudiantes de análisis de textos en 1981 y ha recibido modificaciones continuas hasta el día de hoy
2. El Diccionario de Liddell-Scott-Jones, s.v. ρυθμός , suministra la mayor parte de las referencias que han sido utilizadas. Sin embargo, en este las diferentes acepciones de ru0mos están ordenadas más o menos al azar, proceden del sentido de “ritmo” y sin que se discierna el principio de clasificación.
3. Entre ρυθμός y ρυσμός , la diferencia es solamente dialectal; es ρυσμός la que predomina en jónico. Existen muchos ejemplos de la coexistencia de -θμος y –σμός: Cfr. En dórico, τεθμός, homónimo de τεσμος; βαθμός y βασμός, etc.
4. Esas observaciones valen para la forma de las letras en los alfabetos arcaicos, los cuales no podemos reproducir aquí. Una I es en efecto una H vertical.
5. Las citas de Demócrito que vienen a continuación podrán ser ubicadas fácilmente en Diels-Kranz, Vorsokratiker, II.–Los presocráticos, II).
6. De art., IV, 226, Littré.
7. Otro ejemplo de ρυθμός en Esquilo, Coéforas, 797, en contexto muy alterado, es inutilizable.

1 comentario:

Diego dijo...

Es increíble su labor al traducir esta joya de la cual se nutrirá Meschonnic. Me pregunto a la luz de hoy ¿conocerá el misterio por el cual no fue traducido este texto en los "Problemas..."? Por otro lado, ¿habrá alguna posibilidad de hacerse con una traducción de Meschonnic fuera de las argentinas realizadas hoy por H. Savino? Tengo entendido que existen: Crisis del signo, Ediciones Ferilibro, Santo Domingo, 2000 y Para la poética, Editora de Colores, Santo Domingo, 1996.

Cualquier información sería de gran ayuda.