jueves, 19 de julio de 2012

El ritmo en la música popular



El vocalismo revelado en “Mañanitas de San Juan” (también interpretada por Fernando Casado) no solamente está presente en la música popular, sino también el consonantismo, ya que ambos son parte de la prosodia de un texto verbal y constituyen la memoria inconsciente del valor de la obra, la cual, en este caso específico está compuesta de voz, melodía y discurso.

En cuanto se refiere a la música popular, es muy difícil encontrar en una pieza del género que sea, una transformación simultánea y cabal de los tres componentes: voz, melodía y texto lingüístico, en razón de que la música popular no tiene como objetivo principal el cambio de ideologías musical, textual e interpretativa, sino, al contrario, el mantenimiento de estas prácticas y, por lo tanto, las variaciones sufridas por una pieza musical popular acontecen dentro de ese mismo estatus quo. La estrategia de la música popular es divertir y entretener, no el trabajo artístico en vista a la instauración de un valor nuevo, como es el caso de la llamada música clásica o del bel canto.

Por ejemplo, el vocalismo en e/a, acentuadas, o a veces inacentuadas, está presente en una canción como “Lulú”, de apenas dos estrofas de cuatro versos cada una, interpretada por Antonio Mesa, y de la autoría del malogrado Raudo Saldaña: “Dicen que tienen tus ojos/reflejos de tempestad/relámpagos que iluminan/hacen las sombras temblar.”

En esta primera estrofa, el cantante Mesa no enfatiza la última sílaba acentuada DÍ, de dicen, sino la primera, cÉn, porque esta va directamente a repercutirse en flÉ, acentuada, de reflejos y en las cuatro E inacentuadas de tempestad, relámpagos y que. El remate de la sílaba acentuada tÁd, de tempestad, va al encuentro de la a inacentuada de iluminan y de las acentuadas de relámpagos, hacen y temblar, pero realzadas por los grupos consonánticos BRas/BLar, de sombras y temblar.

La segunda y última estrofa dice: “Pero al fijarlos en mí/con lánguida vaguedad/miro en tus ojos al cielo/ y en él mi dicha brillar.”
La conciencia rítmica del compositor no suelta el ritmo y las sílabas jÁr, de fijarlos; lÁn, de lánguida y dÁd, de vaguedad, fuertemente acentuadas, obligan al cantante Mesa a vocalizar con energía lo que el poeta popular escribió.

Pero cuando creíamos que el primer verso de la primera estrofa quedaría suelto en banda, he aquí que la memoria del compositor inventa el tercer verso de la última estrofa con un pasmoso paralelismo rítmico donde MÍro rima internamente con el lejano DÍcen y “en tus ojos” reproduce el sintagma “tienen tus ojos”, dos complementos, uno verbal y el otro prepositivo. Este es un ejemplo de uso del ritmo poético en la canción popular, pero en la obra literaria su uso, como procedimiento, es masivo y se suma al otro valor que consiste en orientar políticamente el sentido en contra del Poder, sus instancias y las ideologías de época.

Como se ve en las dos estrofas de Saldaña, la orientación política de su texto no es la del poema, sino la reproducción de una ideología del amor pasional que el bardo ha encontrado en su sociedad. Ejemplarizada dicha ideología por los dos últimos versos de la estrofa final: “miro en tus ojos al cielo/y en él mi dicha brillar.” No ha olvidado el compositor el ritmo de “hacen las sobras temblar, ni “con lánguida vaguedad” y remata el todo con “mi dicha brillÁr”.

Igual sonoridad se encuentra en el bolero “Amorosa”, de Salvador Sturla, al cual lo salva el consonantismo de los últimos cuatro versos y la sonoridad en /u/ del verso “el dulce rumor”, el cual halla eco más adelante en una mímesis de las carantoñas de alcoba: “TernÚras, arrÚllos/promesas, mUrmÚllos”. Pero el remate del bolero que alerta el oído, sin importar quien lo cante –Rafael Colón, Lucía Félix o Adalgisa Pantaleón– son estos grupos consonánticos formados por PR, BR, DR, TR dos veces seguido y FR en un contexto tan pequeño: “SiemPRe que BRille la aurora/enTRe TRinos de alonDRas,/sí, encenderemos la llama/de amor en la FRonda.”

Al igual que en “Lulú”, el bolero de Sturla tiene la misma función instrumental: reproducir la ideología del amor pasional. ¿Por qué las letras del arte popular no pueden transgredir la ideología de época? Lo he explicado antes en mis escritos sobre el bolero: la función del arte popular es entretener, divertir. Si traspasa esta frontera, se convierte en poema y los oyentes y bailadores románticos no tolerarían esta intrusión, pues buscan, al divertirse, que las letras de las canciones, boleros, merengues, etc., les confirmen lo que ya saben acerca del amor, la historia o la épica popular.

El vocalismo y el consonantismo, al formar parte del ritmo, pueden encontrarse incluso en una obra musical de propaganda política como es, por ejemplo, el merengue “San Cristóbal”, con letra y música de Antonio Morel, cuyo texto completo dice así: “Salve San Cristóbal/cuna de Trujillo/de ese gran caudillo/jefe de la nación//Sus mujeres son/las más lindas flores/ellas son primores/de gracia y encanto//En sus playas bellas/en sus verdes prados/Trujillo que viva/Trujillo alabado.//”

El procedimiento rítmico es igual que el señalado para “Lulú” y “Amorosa”. Memoria del vocalismo y refuerzo del consonantismo. Las aes de SÁlve, SÁn y la inacentuada de CristóbAl, se repercuten en grÁn y nAción y en las sílabas acentuadas de grÁcia y encÁnto. Pero tienen estas sílabas acentuadas el mismo efecto rítmico en plÁyas bellAs, en prÁdos, vÍvA y la triple a de alabÁdo.

Las rimas finales de CristÓbal, naciÓn, flÓres y primÓres, no por ser forzadas disminuyen su efecto sonoro de repercusión de la estrategia propagandística. Por su cercanía en el espectro tímbrico, estas oes encuentran las sílabas acentuadas de cÚna y las inacentudas TrUjÍllo, caudillo, las acentuadas de JÍ tres veces, así como las acentuadas de lÍndas y vÍva. Hay que contar además con los tres eslóganes que el cantante vomita en medio de la música: ¡Viva el Jefe!, ¡Trujillo el grande! y ¡Qué gobiernazo!

Después de grabado este merengue, no hubo fiesta amenizada por orquesta o conjunto que no lo incluyera en su repertorio al inicio o al final de la celebración. Los procedimientos rítmicos en el arte popular tienen por finalidad dotar a la pieza de una inconsciente labor de eternidad en el tiempo, sin importar el género.
Para finalizar con estos ejemplos que ayudarán a los que deseen incursionar en la analítica de la música popular, examinaré brevemente el aguinaldo “El martiniqueño”, original de la orquesta de Luis Alberti y su cantante Arcadio –Pipí Franco–, aunque Vinicio Franco intentó, sin el éxito de Pipí, remedar el ritmo, melodía y voz de esta composición que, según me expresa Aristídes Incháustegui, fue de la autoría, en las letras, de un músico apodado el Cojo Suárez, quien realizaba gira por las islas caribeñas, entre ellas Martinica.

El hijo del autor, el médico Papito Suárez, residente en Puerto Rico, podría arrojar luz sobre el nombre de su padre y sobre el origen de este aguinaldo, el cual ha permanecido como un misterio en la cultura musical popular dominicana.
No hay época navideña donde no se lo escuche. Está en YouTube. Alguien, reconocedor de su valor popular, lo subió. Es difícil encontrarlo, incluso entre coleccionistas. La última vez que fue grabado, si no yerro, fue en un CD del periódico El Siglo, junto a un grupo de villancicos, canciones navideñas y aguinaldos.

Su letra dice así: “Yo soy el martiniqueño/y quiero ver mover tu cintura/bailando el martiniqueño/con salero y con sabrosura.//¡Qué contenta está/esa mulata con su bailar!/¡qué contenta está/cuando suenan este cantar!//¡Ay, qué bailar tan bien/el que lleva esa mujer!/¡Ay, qué caliente va/el meneo de sus pies!//¡Que contagioso, este ritmo loco y sensual/y hasta mí, nena, me dan deseos/de yo bailar.”


martes, 10 de julio de 2012

El barítono Guarionex Aquino en el AGN. 2 de 2




Publicado en Areíto, el 21 de abril del 2012

Arístides Incháustegui, en su libro “Por amor al arte” (SD: Secretaría de Educación, Bellas Artes y cultos, 1995, p. 108) define así la voz de Guarionex Aquino, opinión que suscribo, al evocar al cantante en este punto y hora: “es de barítono lírico, redonda, intensa, límpida y de gran volumen, muy extensa hacia la región aguda y capaz de sobrepasar el La natural. Su media voz era fluida y dócil y su timbre, aterciopelado y pastoso, aunque era particularmente apropiado para el repertorio romántico, le confería una singular calidad a sus interpretaciones en el ámbito de la música culta. Tenía dicción clara y muy cuidada, y su fraseo era amplio y noble. Su varonil estilo de cantar fue la síntesis de toda la riqueza artística del ambiente de La Voz Dominicana, del cual él llegó a ser uno de los productos más acabados.”

Dentro del estrecho margen de acción que brindó la dictadura para las prácticas artísticas, la música popular, casi siempre socialmente aséptica, el nacionalismo musical adoptado y apoyado por Trujillo fue muy fecundo cuando adoptó la alianza con el folklore y el arte popular, pero un tanto pedestre cuando cayó en el regionalismo. Y no caer en él era una forma de morir de hambre, pues la dictadura brindaba poco espacio para la creación en libertad y por eso brillaron tanto los conjuntos típicos o vernáculos que se dedicaban a difundir los más disímiles temas merengueros y otros géneros (mangulina, sarambo, carabiné, mediatuna y guarapo) en vía de extinción hacia finales de 1960, pero revividos a partir del Movimiento Renovador por el Coro y la Rondalla de la UASD y los grupos folklóricos que a su influjo surgieron luego para reivindicar las identidades políticas. Bastardías ideológicas, hijas del mismo nacionalismo musical.

Y Guarionex Aquino, con esa voz definida por Arístides Incháustegui le pagó tributo al regionalismo al incluir en su repertorio temas como “Baní”, del maestro Gallardo; “Barahona” (DR, según el librito que acompaña los cuatro Cdés del AGN, “Azua”, de Guaroa Pérez Oviedo; “Seibanita”, de Julio Grautreau; y, “Amor profundo”, recreación de la décima “Amor y geografía” de Juan Antonio Alix y música de Julio Alberto Hernández.

Incluso como lo señala Arístides Incháustegui, el barítono Aquino fue productor, entre 1964 y 1965, del programa “Estampas de mi tierra” que “se transmitía por la radio televisora oficial y para ese espacio logró reunir un amplio número de canciones dedicadas a las diferentes provincias del país, de las cuales grabó discos sencillos de 45 RPM.” (p. 107)

Entre ese grupo de canciones está “Mañanitas de San Juan”, pequeño poema de Amada Nivar de Pittaluga al que le puso el arreglo musical para guarapo Julio Alberto Hernández (“Música dominicana”. SD: UASD, 1992, pp. 54-58) y no sé si ella lo incluyó en sus tres libros de poemas publicados en 1938, Palma real; 1957, Rosa de América; y 1972, Los tres tiempos de la rosa.
Pero sea como sea, en “Mañanitas de San Juan” se conjugan en una unidad indisoluble voz, melodía y discurso poético, ya sea interpretado por Guarionex Aquino o por Arístides Incháustegui, uno barítono, el otro tenor.

El gozo rítmico del poema lo produce el encuentro feliz e inconsciente del vocalismo a lo largo del pequeño texto, introducido por el coro mixto para que el barítono Aquino entre con el ataque al inicio de Má, de Mañanitas, que aunque es inacentuada, el ataque marca esa a como acentuada y las otras dos, inacentuadas repiten como eco la primera y se repercuten en San y finalmente en Juan, sílaba final acentuada. Lo cual se repercute con más intensidad rítmica en el segundo verso /de San Juan de la Maguana/ donde sentido y voz subordinan la melodía sin anularla e informan al lector-oyente acerca del espacio geográfico: región Sur. El mismo vocalismo en a aparece de nuevo en el tercer verso: repican en tu campana/. La primera a de repican es inacentuada, pero la de campana está rítmicamente acentuada y mantiene con el resto del poema el dominio de los vocablos acentuados en las sílabas con vocal a. Y las i, acentuadas o no, realizan un contrapunteo con las palabras que contienen la vocal a, acentuada o no, como en MañanÍtas, repican, campanÍtas y cristal.

Estas íes, acentuadas o no, volvemos a encontrarlas al inicio de la segunda estrofa: Tus jardÍnes de cristal/tus rocíos en la flÓr/y el encendÍdo olÓr/de tus frutos de corÁl/. La tercera estrofa es eco de la segunda, donde se introduce la o acentuada que viene a competir con i y a, verbigracia, en flor, olor, coral. En esta tercera estrofa el inicio es semejante al de la primera estrofa: Mañanitas de San Juan, pero la progresión del conocimiento del sentido avanza hacia algo nuevo: repÍcan el corazÓn/repitiendo alegre sÓn/de una mañÁna pascuÁl/.

Y, finalmente, la última estrofa cierra el joyel con la oposición entre e y o flanqueadas por las i agudas acentuada y acentuada de /RIvalÍzan con tu ciÉlo/de la ensÉña los colÓres/y de los cÁmpos las flÓres/con las riquÉzas del suÉlO/.

La ideología nacionalista, casi ausente, se coló en el verso de la última estrofa: /de la enseña los colores/, pero en el pleito de las vocales, la a y la i acentuadas opacan, aunque no anulan, esa concesión al poder cultural de la época.

Es en virtud de este ritmo del poema que esta pequeña obra maestra de la poeta Nivar y el músico Hernández se seguirá cantando de una generación a otra en la voz de diferentes intérpretes. Es tan fuerte el encuentro del poema con la música y el canto que se nos hace imposible disociar unos de la otra. Y a menos que no sea por un propósito didáctico, no leemos el poema aislado de la música desde el momento en que escuchamos por primera vez las interpretaciones de Guarionex Aquino y Arístides Incháustegui.



El barítono Guarionex Aquino en el AGN. 1 de 2



Publicado en Areíto el 18 de marzo del 2012

El Archivo General de la Nación, atinadamente dirigido por Roberto Cassá, ha emprendido, desde el inicio de su gestión, un programa de rescate de la memoria histórica del país con la publicación de cientos de obras relacionadas con nuestra historia y nuestra cultura, al par que ha inaugurado una colección dedicada al rescate de nuestro acervo musical.
En otro momento me referiré a la importancia del rescate bibliográfico de nuestra memoria histórica y a la modernización e institucionalización del AGN, pero en esta ocasión me contraigo a resaltar lo importante del rescate de la memoria musical popular o culta y la pertinencia que ambas salvaguardas tienen para los investigadores.

La colección comenzó con el volumen que recoge la producción artística del tenor Arístides Incháustegui, un referente obligado del bel canto dominicano. Si bien la producción discográfica de Incháustegui no estaba amenazada de pérdida, pues era, por lo reciente, de fácil ubicación, la que sí corría el riesgo de perderse definitivamente era la del barítono Guarionex Aquino, una de las mejores voces del llamado período del nacionalismo musical que se produjo en la Era de Trujillo, etapa donde las grabaciones se hacían masivamente en el extranjero y en cantidad limitada. Es casi al final de la dictadura cuando se instala por primera vez en el país una fábrica de discos, pero incluso su tecnología era todavía dependiente de los Estados Unidos.

De modo que para recuperar aquella memoria del canto popular o culto, es deseable investigar si todavía es posible rescatar para nuestra memoria histórica las siguientes voces que fueron artistas exclusivos del Palacio Radiotelevisor La Voz Dominicana, como se decía en aquella Era, o que si no lo fueron, actuaron a menudo en aquel escenario. Ojalá todavía se conserven, aunque sea en manos privadas, las cintas de aquellos despojos de que fue objeto el Palacio Radiotelevisor, luego de abatida la dictadura, a saber: Napoleón Dhimes, Violeta Stephens, Tony Curiel, Fellita Puello Cerón, Lucía Félix, Grecia Aquino, las Hermanas Iludé, Isidoro Flores con sus cantantes Tavito Peguero y César Peña, Olga Azar, Diógenes Román, Armando Recio, Trío Añoranzas, Susano Polanco, Gerónimo –Gery- Pellerano, Jesús Faneytte, Lita Sánchez (la reina del tango en la RD), Ondina Ovando, Carola Cuevas, Casandra Damirón, Milagros Lanty, Esther Valladares, Trío ¿Radhamés?, formado por Dandrades, Gautreaux y Rodríguez, Fellita Cabrera (tanto sus canciones individuales como sus duetos con Colás Casimiro). Aunque el Trío Alegres Dominicanos formado por Luis Kalaf, Bienvenido Brens y Pablo Molina actuó en diferentes escenarios criollos antes de la muerte del tamborero en Nueva York, son las grabaciones en cinta o acetato las que habría que recuperar, si existen, pues cuando se desintegra el conjunto Kalaf se queda actúa entre Nueva York y Puerto Rico, pero con un conjunto de madera, metales y viento, mientras que cuando era parte del Trío solo había guitarras, maracas y a veces tambora para las tunas, mediatunas y mangulinas.

Sé que se me quedan nombres, y quizá importantes, pero lo pertinente es sembrar la idea para que el AGN se la apropie y haya resultados. Sé que existieron muchos cantantes populares que tuvieron alguna impronta fuera del circuito del Palacio Radiotelevisor y que se me han quedado en el tintero, aunque revisé el “Fichero Artístico I” de mi difunto amigo Jesús Torres Tejeda y la “Recopilación musical de la República Dominicana” del incansable violinista y abogado Almanzor González Canahuate. Sería deseable que se publicara el segundo volumen de la obra de Torres Tejeda, si es que lo dejó listo.

No mencioné expresamente a Nicolás Casimiro en la lista indicada más arriba porque él figura en el volumen 2 del Archivo Musical del AGN junto a Alberto Beltrán, el barítono Aquino y Rafael Colón. En el volumen I figuran los temas más importantes de las orquestas de Antonio Morel, Luis Pérez, Santa Cecilia y San José. Hay cantantes emblemáticos como Joseíto Mateo que actuaron en el Palacio Radiotelevisor, pero que cuidaron esmeradamente su discografía, disponible en su casi totalidad en el mercado.

El nacionalismo musical surgió en Europa con el romanticismo y la lucha de las naciones que todavía no habían logrado su unidad política, como Alemania, Italia, Polonia, Grecia y gran parte de los países del Este y los Balcanes. Como hay una relación indisociable entre lo político y el arte, la música y la literatura no fueron ajenas a esa ideología. El arte popular fue usado como material de acarreo por los músicos cultos como Chopin, Bilakireff, Musorgski,, Korsakoff, Borodin, Cui, Smetana, Sibelius, Grieg y Wagner, para no citar muchos nombres. En América esa nacionalismo musical permea a los Estados Unidos con Gershwin, Britten y otros. En América Latina, a México con Carlos Chávez y sus seguidores, a la Argentina con Ginastera y sus seguidores, en Brasil con Heitor Villalobos y sus continuadores.

En Santo Domingo, a escala poética es Moreno Jimenes el clarín y sus continuadores son los compositores que llevaron muchos de los textos literarios propios o ajenos al pentagrama y que enaltecían al ser humano, la flora, la fauna y la orografía, el romancero, la épica popular y el machismo, el patriotismo, a veces chovinista, de la tierra dominicana. Pero el nacionalismo musical tuvo su mayor auge en la Era de Trujillo, masivamente con la música popular en sus diferentes géneros y subgéneros, pero especialmente el merengue. Esa música popular fue integrada también a la música culta. Casi todos los creadores de música popular lo fueron a la vez de obras cultas, tanto en el siglo XIX como en el XX. Por ejemplo, Juan Bautista Alfonseca, José Reyes, Pablo Claudio, José María Rodríguez Arrezón, José de Jesús Ravelo, Gabriel del Orbe, Maximiliano Guzmán, Esteban Peña Morell, José Dolores Cerón, Rafael Ignacio, Juan Francisco García, Julio Alberto Hernández, Luis Rivera González, Ramón Díaz y Aura Marina del Rosario. Otros como Enrique Mejía Arredondo, Enrique de Marchena, Ninón Lapeiretta, Manuel Simó, Manuel Rueda, Margarita Luna, Manuel Marino Miniño, Miguel Pichardo Vicioso, Fausto Vizcaíno y Leila Pérez Valenzuela se quedaron exclusivamente en la integración de lo popular a lo culto, sin componer música popular.

Para una descripción del nacionalismo musical europeo e iberoamericano y la ideología que representó, así como su limitación al no transformar “la tutela e influencia europea que desde la colonización ha pesado sobre la música del continente”, léase de Bernarda Jorge: “La música dominicana (Siglos XIX-XX)”. Santo Domingo: Editora UASD, 1982, pp. 98-122. Para el estudio del nacionalismo musical en la Era de Trujillo, véase de la misma investigadora: “Caracterización del modernismo en la música dominicana”. 1940-1945. SD: Editora Nacional. 2010, pp. 46-56. Y para el acarreo de lo oral a lo popular y culto, véase de la autora mencionada: “El canto de tradición oral de la República Dominicana”. Santo Domingo: Banco del Reservas, 1996.

Pianista, musicóloga y profesora en el Conservatorio Nacional de Música, nadie ha estudiado mejor que Bernarda Jorge la historia y evolución de nuestra música, pero analizando siempre la ideología que acompaña a toda producción musical, con o sin texto lingüístico, con o sin voz, especificidad que vuelve simultáneamente a este género una compleja práctica semiótica y lingüística.

Los antecesores de Jorge se quedan casi siempre en la abstracción de la música como “idioma universal”, sin examinar el componente político y la ética de esa práctica semiótica, no ya cuando la acompaña un texto verbal, sino cuando no la acompaña, pues el analista queda confundido y paralizado por la soledad del sonido y entonces sacraliza, en vez de plantearse que no hay práctica humana que no sea política, al ser realizada por sujetos. En cuanto a la música pura, sin texto verbal, la pregunta clave que hay que plantearse es: ¿qué práctica musical anterior ha logrado transformar la obra musical objeto de análisis?

En la próxima entrega, analizaré la ideología musical y lo político en algunos de los temas de más valor artístico de este Archivo Musical 2 donde figura Guarionex Aquino.

lunes, 2 de julio de 2012

PRÉSENTATION DE CRISE DU SIGNE PAR HENRI MESCHONNIC


Discours prononcé par Henri Meschonnic à Saint Domingue, dans la salle “Manuel Simó” du Conservatoire National de Musique, le 28 avril 2000, lors de la présentation du livre Crise du signe. Politique du rythme et théorie du langage / Crisis del Signo. Política del ritmo y teoría del lenguaje [édition bilingue traduite par Guillermo Piña-Contreras, Santo Domingo, República Dominicana, Comisión Permanente de la Feria del Libro, 2000], organisée dans le cadre de la célébration de la Foire du Livre par Diógenes Céspedes et José Rafael Lantigua.

 
Il y a de temps en temps des surprises, des bonheurs : on parle des bonheurs de l’écriture, il y a aussi des bonheurs de la pensée, c’est-à-dire, tout d’un coup de se rendre compte qu’on pense quelque chose pour la première fois … que ça n’a jamais été pensé … et ça c’est un très grand plaisir et, d’une certaine façon, je dirais il y a un très grand érotisme de la pensée ; il n’y a pas à ajouter de l’érotisme à la pensée : la pensée est déjà en elle-même quelque chose de très très érotique parce que c’est inséparable de la vie et donc du sens de la vie et de l’amour de la vie. Il n’y a pas d’un côté la pensée et de l’autre côté la vie, c’est comme ces écrivains qui croient qu’il y a la vie d’un côté et puis l’écriture à côté. Non, ça c’est vraisemblablement un très mauvais signe à la fois pour leur vie et puis pour leur écriture.

Alors, le livre de l’an dernier Para la poética était le premier, c’était l’un des deux premiers …. parce qu’en même temps il y avait ce livre de réflexion mais la réflexion ne précède pas la pratique ; il n’y a pas non plus la pratique qui précède la réflexion parce que ce serait une très mauvaise pratique certainement – on aurait du mal à acheter un meuble à un menuisier qui ferait son meuble et qui réfléchirait après à la façon comment il faut faire un meuble –, donc la réflexion et la pratique sont inséparables. … Et, donc en même temps que sortait Pour la poétique, en 1970 sortait un ensemble de traduction Les cinq rouleaux et un livre de poèmes presque tout de suite après. Ce qui pour moi symbolise l’impossibilité de séparer … si on sépare on ne comprend rien … l’impossibilité de séparer la poésie, la traduction et la réflexion sur le langage. Alors ce livre qui vient de sortir il y a même seulement quelques minutes – parce que ni Guillermo, ni moi, ni Diógenes, personne ne l’avait vu avant il y a quelques minutes, donc c’est un livre vraiment tout nouveau, c’est un livre qui effectivement vient d’être écrit, c’est de maintenant, maintenant-maintenant – c’est vrai que son point de départ c’était une conférence de l’an dernier. Il se termine sur un manifeste concernant le « parti du rythme ».

Alors Guillermo parlait de synthèse et c’est vrai que … le travail, je crois, se présente d’une manière très claire parce qu’il n’y a aucun hermétisme dans la pensée, ce n’est pas quelque chose d’obscur ou de difficile. On dit toujours que la pensée c’est difficile comme si, à côté, la poésie c’était facile ; et, cette opposition entre le facile et le difficile c’est déjà quelque chose qui demande à réfléchir. D’ailleurs dans un de mes livres La rime et la vie, il y a tout un chapitre sur « qu’est-ce qu’on appelle facile ? » et « qu’est-ce qu’on appelle difficile ? ». La notion du facile et la notion du difficile, non seulement varie d’un individu à l’autre mais elle varie aussi d’une époque à l’autre. Il y a un poète français du XVIe siècle, Maurice Scève, qui est un merveilleux poète et qui a été oublié pendant trois siècles parce qu’il semblait extrêmement difficile ; et, quand on le réédite pour la première fois en 1828, on cite certains de ses poèmes comme des monstruosités de difficultés : en fait, si on regarde ce qui s’est passé en cent ans, entre 1828 – le moment où Sainte-Beuve republie Maurice Scève – et environ 1920, il y a eu toute une série d’études et on voit très bien que la façon de lire et de comprendre a changé, si bien que ce n’est plus du tout un poète difficile. Moi, j’ai lu ce poète quand j’étais adolescent, je ne savais rien de tout ça ; ça ne m’a jamais paru difficile. Quand on réfléchit sur cet exemple on voit bien que ce qui est difficile c’est de comprendre pourquoi et comment quelque chose a pu paraître difficile. Donc c’est une notion culturelle historique et ça n’a aucun sens de dire que la poésie est facile et que la pensée est difficile ni réciproquement. Ce qui est facile en réalité c’est ce à quoi on est habitué ; par exemple, en ce qui concerne le langage on est habitué depuis environ deux mille cinq cents ans à regarder le langage d’une manière discontinue. Discontinue, c’est-à-dire qu’on comprend le langage comme s’il était fait d’unités séparées les unes des autres, hétérogènes les unes aux autres. Les mots sont des unités séparées et, à l’intérieur de chaque mot, la manière classique de regarder le langage c’est de reconnaître qu’il y a du son et du sens : le son change selon chaque langue, le sens change beaucoup moins, mais il y a une hétérogénéité radicale entre le son et le sens – sauf pour une certaine manière très naturiste, si je peux dire, de regarder le langage comme s’il y avait un rapport de nature entre le son et le sens dans un mot ; mais ça c’est tout à fait exceptionnel, ça c’est vrai des onomatopées mais la plupart du temps ce n’est pas vrai. En tout cas c’est l’idée acceptée, c’est l’idée moyenne, sans entrer dans le détail de l’histoire de la pensée du langage –. Et donc le son et le sens sont sans rapport l’un avec l’autre. Ça c’est le discontinu, c’est un exemple de discontinu. Les mots sont discontinus entre eux, les phrases sont discontinues entre elles et, de toute façon, après une phrase il y a encore une autre phrase et encore une autre phrase ; donc si vous prenez la notion de mot, la notion de son, la notion de sens, la notion de phrase, c’est avec ces notions-là qu’on réfléchit sur le langage, qu’on croit que le langage est fait : c’est ça le discontinu. Et tout mon travail consiste à essayer de reconnaître que dans le langage il y a aussi du continu pas seulement du discontinu. Bien sûr, il y a du discontinu : il y a des mots, il y a des sons, il y a des sens, etc. … ça c’est un point de vue, ce n’est pas la nature des choses ; mais ce point de vue se présente comme la nature des choses … et moi j’essaie de montrer, de démontrer que ce n’est pas la nature des choses, que c’est seulement un point de vue et que ce point de vue nous rend ignorants d’une autre réalité qui est aussi dans le langage et que j’appelle le continu … et « qu’est-ce que c’est le continu » ? … eh bien, c’est tout une série de choses que j’explique dans ce livre …. et c’est extrêmement facile … ce n’est pas difficile … parce que nous sommes faits de continu autant que de discontinu … Et « qu’est-ce que c’est le continu » ? … et bien c’est d’abord le continu entre le corps et le langage.

Le continu entre le corps et le langage c’est très connu des psychologues du comportement depuis longtemps. En ce qui concerne le langage parlé – et là je parle immobile parce que je suis obligé de tenir un micro mais normalement je parle avec les mains aussi – j’ai besoin de mes mains pour parler et, de toute façon, j’ai besoin de mon visage pour parler .... L’intonation est aussi déjà une sorte de gestuelle de la voix, un geste de la voix en plus tout ça c’est très individuel ... Personne n’a la même voix et chacun n’a pas la même voix selon les émotions, etc. … Et on a besoin du visage pour se parler, on a besoin de se voir pour se parler (c’est beaucoup plus difficile si on se tourne le dos …). Alors tout ça, c’est très connu. Le problème commence quand on se pose la question « qu’est-ce qui reste du corps dans le langage écrit et en particulier dans la littérature » ? Et d’abord, il faut se demander si cette question a un sens, parce que dans le langage écrit sur une page imprimée ou écrite à la main il n’y a pas de viande – il n’y a que dans Le Marchand de Venise de Shakespeare qu’on demande la livre de viande –. On n’a pas besoin de viande dans un poème, il n’y a pas non plus de neurones dans un poème, de même qu’il n’y a pas de poèmes dans le cerveau : dans le cerveau il y a des neurones, il n’ y a pas de poèmes. Alors là, je fais allusion à tout un aspect du scientisme contemporain : ça s’appelle techniquement le « cognitivisme », qui justement essaie de faire le lien entre la biologie et la science du langage. Mon point de vue là-dessus – et tous les linguistes que je connais effectivement, je pense, sont du même avis – : on est encore très loin d’avoir une théorie unitaire qui aille de la biologie à la théorie du langage. Alors pour l’instant, provisoirement, je considère que je me passe de la biologie pour penser le langage et que le langage est un objet de pensée qui relève beaucoup plus de l’histoire que de la biologie. Et, de toute façon, là on est tout de suite dans le problème de la définition de la vie : « est-ce que la définition de la vie est biologique ou est ce qu’elle est historique » ? Eh, évidemment c’est une question de point de vue. En ce qui concerne la vie humaine, une vie humaine n’est humaine que si elle est historique sinon effectivement c’est de la viande, de la viande de boucherie – ce que Unamuno appelait « ganadería » –. Alors à part la viande de boucherie, l’être humain est un être historique ; et si on prend la question du rapport entre le corps et le langage, je ne vois qu’une possibilité de penser un accord entre le corps et le langage : sortir de ce que j’appelle le « signe ». Le signe c’est le rapport entre du son et du sens comme hétérogénéité radicale. C’est tout le modèle du langage que je résumais tout à l’heure, du son, du sens, des mots, des phrases et des langues qui sont hétérogènes entre elles. Tout ce modèle de l’hétérogénéité nous le connaissons assez bien. Je ne dis pas qu’il faut, qu’il serait possible de s’en débarrasser : le problème c’est d’essayer de penser ce que ce modèle empêche de penser. Il nous empêche de penser le continu entre un corps et un langage sous la forme de la question suivante : « qu’est-ce qu’un corps fait au langage » ? C’est là qu’intervient la littérature – et la poésie peut-être plus fortement – mais pas uniquement par rapport à tout ce qui est littérature.



De toute façon, quand je dis la « littérature », il ne faut pas confondre n’importe quoi d’écrit dans le marché des livres avec de la littérature. Le problème de la littérature, le problème de la poésie pose immédiatement la question du rapport entre sa définition et sa valeur. Et, c’est là qu’on a besoin de penser une théorie d’ensemble. Alors, je disais « qu’est-ce qui peut être le représentant du corps dans le langage » ? … je ne vois pas d’autre représentant du corps dans le langage que le rythme … c’est ce que j’ai fait dans un livre d’il y a plus d’une dizaine d’années Critique du rythme / Critica del ritmo, – je constate que ça n’a pas encore été traduit sauf en brésilien, je crois, au Brésil, ça vient d’être traduit –. Mais, bon, le problème du rythme, c’est la même chose que le problème du signe. Si on réfléchit sur le signe, c’est-à-dire le signe linguistique, il est composé de deux choses radicalement hétérogènes l’une avec l’autre : le son d’un côté, le sens de l’autre. Si on prend la définition classique du rythme : c’est pareil, c’est aussi un composé de deux éléments hétérogènes, un temps fort et un temps faible – ou bien le même et le différent – eh … c’est sa définition la plus générale. Prenez tous les dictionnaires et toutes les encyclopédies que vous pouvez trouver de toutes les langues que vous connaissez : c’est pour ça que dans Critique du rythme je me suis amusé à regarder les définitions qu’on en donnait. J’ai constaté que toutes les définitions sont toujours la même chose : c’est le même et le différent. Alors, le problème ici, c’est celui du consensus. Vous savez très bien qu’il y a eu une époque où tout le monde pensait que la terre était plate ; mais ce n’est pas parce qu’on pensait que la terre était plate qu’elle était plate. Eh donc, le consensus est une immense tautologie ; le consensus c’est-à-dire si tout le monde pense la même chose, ça ne prouve qu’une chose : ça prouve que tout le monde pense la même chose. Ça ne prouve pas que ce que l’on pense est vrai. Et, c’est pareil selon chaque thème de réflexion …. Alors, concernant le rythme dans la recherche que j’ai faite : j’ai été amené à me rendre compte que la définition universelle du rythme, qu’on prend pour une définition naturelle, était faite sur le modèle des battements du cœur, des marées de la mer, de l’alternance du jour et de la nuit ; toutes ces alternances sont indiscutablement des alternances mais ça reste dans le discontinu de la définition traditionnelle … et si on regarde embibliquement le langage – et mon point de départ ici était la traduction des textes bibliques – on peut prendre conscience qu’on peut regarder le rythme, la notion de rythme, d’une tout autre manière : non plus comme une alternance du même et du différent, mais comme le mouvement de la parole dans le langage. Donc, je me passe provisoirement de l’universel du rythme : je ne réfléchis que sur le langage, c’est-à-dire que le rythme dans la musique, le rythme dans la peinture, dans l’architecture, etc. … ça demandera à être « ré-réfléchi » spécialement par les spécialistes … et pourquoi ? … eh bien, c’est parce que la définition universelle du rythme convient assez bien à beaucoup de choses surtout au rythme biologique, parfois aux rythmes sociaux … les cadences des ouvriers à l’usine, la marche militaire … très bien pour la marche militaire. Là où la définition traditionnelle du rythme convient le moins … c’est pour le langage. Ce qui est un symptôme … pourquoi ? … parce que cette définition est binaire : le même, le différent. C’est le même binaire que pour le signe du son et du sens … Et si on essaie de penser le continu dans le rythme on se rend compte que le continu dans le rythme ce n’est pas une alternance entre le même et le différent : c’est le mouvement de la parole dans le langage. Alors, à partir de ce moment-là, si on repense le rythme comme le mouvement de la parole on est dans le continu ; la notion de continu est aussi une notion linguistique. Le pluriel des choses qui se comptent … un chat, deux chats, trois chats / un lapin, deux lapins, trois lapins. Ça ce sont des choses qui se comptent … mais de l’eau et encore de l’eau, de l’eau de l’eau, plus de l’eau c’est toujours de l’eau ... Les linguistes et les logiciens savent très bien qu’il y a du continu et du discontinu. Alors, je pose que dans le langage aussi il y a du continu et, donc, dans le rythme il y a du continu et dans le fonctionnement du langage il y a du continu : c’est ce que j’essaie de penser … alors ça enclenche une réaction en chaîne … et c’est ça qui est très facile à suivre … et c’est ce que j’expose. Ce qui fait que ce livre est un livre très facile et pas un livre difficile : ce qui deviendra un jour très difficile c’est de se rendre compte qu’on a pu croire que le langage était fait de choses discontinues et que le rythme était fait d’éléments discontinus. Alors, « qu’est-ce que ça déclenche comme réactions » ? Eh bien, cela déclenche que si le rythme est le mouvement de la parole et si la chose écrite surtout quand c’est de la littérature, c’est-à-dire quand c’est une invention de pensée – et de ce point de vue je ne peux plus faire de différence, les différences seront secondaires entre la poésie, le roman, la philosophie – chaque fois qu’il y a une invention de pensée, je dirais que c’est cela la pensée : la pensée consiste à inventer de la pensée et le reste c’est du mantenimiento del orden c’est du maintien de l’ordre. Ce n’est pas de la pensée, ça ressemble à de la pensée, mais ce n’est pas de la pensée : c’est comme le Canada dry par rapport à la bière.

Quand on aura compris cela … eh bien on verra que la réaction en chaîne est la suivante : à partir du moment que le langage est compris comme un rapport entre le corps et le langage, on est amenés à réfléchir d’une manière nouvelle sur ce que c’est qu’un sujet parce que ce n’est pas le même sujet qui travaille dans un poème et qui fonctionne dans d’autres situations de la vie. Autrement dit, on est amenés à réfléchir contre la confusion entre la notion d’individu – qui est une notion disons sociologique – et la notion de sujet ; et on est amenés à se rendre compte qu’il y a toute une série de sujets … et il ne faut pas les confondre entre eux. Il y a le sujet philosophique, il y a le sujet psychologique, il y a le sujet du droit, il y a le sujet du bonheur, celui de Diderot dans l’Encyclopédie …. il y a toute une série de sujets, si je fais l’énumération – et là je ne vais pas la faire parce que vous allez vous endormir tout de suite si je fais l’énumération – ; je connais une douzaine de sujets : aucun de ces douze n’est ce que j’appelle le sujet du poème ou le sujet de l’art. Donc, j’ai besoin d’inventer un sujet spécifique qui est le sujet de l’art et le sujet du poème. À partir de là, la réaction en chaîne est la suivante : pour penser le langage dans l’ordre du continu j’ai besoin de penser l’art et la chose littéraire, c’est-à-dire ce qui fait la spécificité de la littérature … et ça demande un sujet spécifique … eh bien ce sujet … il est assez particulier. C’est un sujet éthique. Je dirais que ça tient dans une formule très simple : « est sujet celui par qui un autre est sujet ». Est sujet celui par qui un autre est sujet : à ce moment-là on se rend compte que réfléchir sur le langage, sur la poésie, cela suppose l’éthique … et si cela suppose l’éthique … eh bien … cela déclenche aussi le politique. Autrement dit, je suis amené à faire une critique de l’hétérogénéité non plus du signe seulement, non plus du rythme seulement, mais je suis amené à faire la critique de l’hétérogénéité des catégories mêmes de la raison … et parce que cette raison, cette rationalité, c’est la rationalité de ce qu’on appelle les Lumières, les encyclopédistes du XVIIIe siècle qui ont été à l’origine, qui sont à l’origine des sciences humaines et de toutes nos disciplines universitaires et de la séparation des disciplines universitaires entre elles … et je suis amené à faire la critique de cette séparation parce que cette séparation c’est exactement ce que dans les années 1930, les sociologues de l’école de Frankfort – en particulier Horkheimer – appelaient les théories régionales ou la théorie traditionnelle … à quoi ils opposaient la notion de théorie d’ensemble : théorie d’ensemble, comme théorie critique. C’est exactement ce que je propose comme mode de penser, c’est-à-dire de se rendre compte que par rapport à la séparation traditionnelle des sciences humaines des disciplines universitaires, il y a à penser l’interaction comme théorie d’ensemble du langage, de la littérature et de l’art, de l’éthique et de la politique.



Les spécialistes de la politique se moquent complètement de la poésie … les philosophes qui sont des spécialistes de l’éthique … sont des spécialistes de l’éthique … et généralement … la plupart du temps … ce sont des spécialistes de l’éthique tout seul ; un exemple en France : Levinas ... si on cherche une pensée du langage chez Levinas … immédiatement on constate qu’il n’y a pratiquement rien. Eh bien, le paradoxe c’est que, ce ne sont pas les spécialistes de la politique qui ont besoin de la poétique, ce ne sont pas les spécialistes de l’éthique qui ont besoin de la poétique, ce ne sont pas les spécialistes du langage, c’est-à-dire, les linguistes qui ont besoin de la poétique … mais si je travaille la poétique comme théorie d’ensemble : cela me mène à poser que c’est la poétique qui a besoin pour être de la poétique, qui a besoin de l’éthique, qui a besoin de la théorie du langage, et qui a besoin de la pensée de la poétique … ce qui fait qu’à partir de là, la pensée de la politique change, la pensée de l’éthique change, la pensée de l’art change, et la pensée du langage change, et … c’est une réaction en chaîne mais heureusement ce n’est pas la bombe atomique.
Alors tout cela vous l’avez là dedans … ce livre, c’est une affaire …
[Applaudissements]

[Meschonnic a fini son discours de présentation. Diógenes Céspedes, le modérateur de l’activité, demande au public de poser, s’il y en a, des questions à l’auteur. Plinio Chahín, poète, demande à Meschonnic d’éclaircir si sa critique concernant le dualisme du signe a quelque chose à voir avec « le plaisir de la lecture » évoqué par Roland Barthes et Lévi-Strauss « comme étant du domaine de l’esprit séparé du corps ».]

M. . D’abord Roland Barthes n’était pas Juif. Je disais que Roland Barthes n’était pas Juif. Oui, mais vous savez la pensée ne connaît pas la circoncision. La pensée est tout autre chose que la religion … et donc, la pensée est avant tout quelque chose qui s’oppose à l’absence de penser … le problème de notre tradition culturelle c’est précisément la séparation entre le corps et l’esprit : personne ne semble se rendre compte que la séparation entre le corps et l’esprit c’est la définition même du cadavre. La séparation habituelle entre jouissance corporelle ou jouissance spirituelle, cette séparation même, je ne peux que l’interpréter comme une absence de jouissance corporelle et une absence de jouissance spirituelle c’est-à-dire l’équivalent vivant du cadavre. Il y a des cadavres vivants, il y a des pensées qui sont des cadavres qu’on met dans la bouche dans ce cas là, je vous conseille de cracher !
[Rire]

[Andrés Merejo, informaticien venu exprès de New York pour assister à cette manifestation, demande à Meschonnic d’expliquer dans quel sens Spinoza refuse le dualisme qui sépare l’esprit et le corps].

M. : Je ne sais pas si j’ai bien compris, mais ce que je voudrais dire clairement c’est que j’essaie, ce que j’ai dit tout à l’heure qui résume, pas seulement, un projet, mais un travail concret qui est mené depuis une trentaine d’années qui est vérifié en ce sens, j’ai absolument besoin de la traduction : parce que la traduction est une vérification expérimentale de ce qui se passe dans le langage et du rapport entre le rythme et la pensée ; le rythme comme mouvement de la pensée … eh bien … ce travail est à l’opposé même de toute la tradition structuraliste des années 60/70, autrement dit, en fait, cela fait trente ans que je me bats contre les idées dominantes … et ces idées dominantes c’est le côté de Descartes. Ce n’est pas par hasard que je viens de terminer un livre sur Spinoza : je pense que les choses pourront beaucoup changer si on regarde les problèmes du langage non plus du côté de Descartes, du point de vue de Descartes, mais du point de vue d’une question que Spinoza n’arrête pas de poser … qui est : on ne sait pas ce qu’un corps peut faire … On ne sait pas ce qu’un corps peut faire … ce qui est une question que Deleuze a souvent reprise mais avec un point de vue dualiste, un point de vue qui est celui de l’hétérogénéité même du langage que je critique.
Donc, les références que vous faisiez à Roland Barthes, à Lévi-Strauss, tout ce structuralisme des années 60/70 et après, c’est le moment triomphaliste du signe … en ce sens, ça met en évidence à mes yeux combien le savoir est une chose momentanée, une chose extrêmement située … dans la mesure où chaque savoir est un savoir d’époque … Si on prend les linguistes, les linguistes du XIXe siècle … ou plutôt … les linguistes du XXe siècle ne savent plus ce que savaient les linguistes du XIXe siècle. On ne sait pas les mêmes choses, on ne s’en rend pas compte parce qu’on est persuadés avec une grande naïveté linéaire qu’il y a un progrès dans le savoir mais ce n’est pas vrai du tout : il y a des intermittences dans le savoir … mais ça c’est banal, ce qui est moins banal c’est que chaque savoir produit son ignorance. Si je prends, par exemple, c’est un exemple de linguiste – parce que professionnellement je suis linguiste, alors ce sont des exemples qui me sont plus familiers –, si je prends quelque chose qui a été très connu : qui est la grammaire générative de Chomsky … qui est une algébrisation du langage : c’est un savoir qui a produit énormément d’ignorance, c’est un savoir qui a produit une coupure entre la théorie du langage et la théorie de la littérature. Si vous parlez de littérature à un linguiste générativiste vous êtes disqualifiés tout de suite. Ce n’est pas sérieux la littérature, mais le langage est tout autant coupé de la société et bref, effectivement, c’est une algèbre et c’est un très grand appauvrissement conceptuel.
Si vous prenez la pensée du langage non seulement il y a des savoirs qui engendrent de l’ignorance mais, en plus, chaque savoir est une île sinon même un ghetto avec des effets sociaux de chefferie : c’est-à-dire qu’il y a des petits chefs et il y a ceux qui veulent plaire au chef …Les petits mondes universitaires fonctionnent beaucoup comme ça … ce qui fait que, par exemple, un linguiste générativiste ne sait même plus ce que c’est que l’anthropologie linguistique … l’anthropologie linguistique qui est pourtant, par exemple, quelque chose qui historiquement a été très important aux États-Unis avec Sapir et Boas. Ils ne savent plus grand-chose. Et, en plus, comme leur maître change de théorie tous les deux ans, la plupart du temps, ils sont occupés à courir après lui … ça les empêche aussi de penser évidemment. Alors, c’est contre cette compartimentation du savoir et c’est contre ce dualisme dans la pensée du langage et contre cette hétérogénéité entre les catégories de la raison que je pose que la poétique a affaire à un travail … donc un travail anti-structuraliste … un travail contre les idées reçues depuis une trentaine d’années. Voilà. Et c’est ce qui fait que je suis très heureux que ce livre Crisis del signo sorte ici à Saint Domingue … ce n’est pas par hasard que c’est ici … parce qu’il y a des gens comme Diógenes, comme Guillermo, comme Manuel Núñez et puis j’avais aussi un autre ami qui n’est pas là maintenant … [Meschonnic fait allusion à Manuel Matos Moquete] donc c’est des gens qui travaillent avec moi et qui connaissent mon travail … Ce n’est pas par hasard que ce travail sort ici et non pas aux États-Unis. Ce livre est un livre qui est bien ici, et ce n’est pas un livre américain parce qu’aux États-Unis … ils sont beaucoup trop occupés à lire Derrida et la suite … c’est-à-dire qu’ils sont dans la suite de Heidegger … et, effectivement, c’est quelque chose que je critique depuis très longtemps et c’est tout le problème de la critique.

La critique n’est pas la polémique. La polémique consiste à vouloir avoir raison : avoir raison c’est aussi avoir raison de quelqu’un c’est-à-dire avoir raison contre quelqu’un, autrement dit la polémique est une stratégie de domination sur l’opinion. Ce qui fait que, la plupart du temps, la polémique ne discute pas avec l’adversaire : la polémique préfère faire le silence sur l’adversaire …. cela j’ai pu le constater en trente ans dans beaucoup de bibliographie et dans beaucoup de travaux où mes travaux n’existent pas : ce qui montre ce que c’est la critique par rapport à la polémique. La critique, ce n’est pas la même chose que ce que je viens de définir pour la polémique : ce n’est pas une stratégie de domination sur l’opinion ; la critique c’est deux choses à la fois : l’exercice de reconnaissance des stratégies et des fonctionnements et, en même temps, l’exercice même de la liberté et de la pensée ; autrement dit, vous avez trois notions qui sont en réalité absolument solidaires : la notion de liberté, la notion de pensée et la notion de critique … chaque fois que vous avez, que vous pouvez constater une confusion entre la critique et la polémique, dites-vous bien que c’est mauvais, que c’est un mauvais signe par rapport à la liberté de penser.

Maintenant je rappellerais une vieille étymologie qui est amusante ici : si on prend la notion de philologie … eh bien … le premier sens en grec de philologos pour Socrate, par exemple, ce n’est pas du tout ce que le XIXe siècle en a fait : c’est-à-dire l’étude historique des langues et des textes, non ! Le philologos en grec : c’est celui qui discute, celui qui discute et celui qui n’est pas d’accord. Autrement dit, c’est la critique … donc tout cela c’est par rapport aux références que vous faisiez à Lévi-Strauss à Roland Barthes, qui est un homme très intelligent mais qui a écrit beaucoup de bêtises et voilà c’est toute une époque, cette époque est passée, il faut apprendre à vivre pas seulement avec le passé mais aussi un petit peu avec l’avenir.



[Manuel Núñez demande à Meschonnic d’approfondir son idée relative à « l’art de penser », à « la pensée comme art].
M. . Le problème c’est que vous avez mentionné tellement de philosophes que ça fait beaucoup de choses. Alors moi je vais vous dire c’est comme, vous savez, le conte du Petit Poucet dans la forêt, le Petit Poucet dans la forêt, voilà pour ne pas se perdre, il jetait des cailloux blancs … alors mes cailloux blancs à moi : c’est la question du langage, c’est-à-dire que je regarde chez tous les philosophes « qu’est-ce qu’ils font du langage » ? Si je regarde chez Marx … eh bien … je suis désolé : le langage, comme dans la tradition classique au XVIIe siècle, il le confond avec le discours … et c’est ce qui fait que, par exemple, il laisse tomber la philosophie du langage avec les philosophes du langage. Le résultat c’est qu’il n’y a pas de théorie du langage dans le marxisme, le résultat c’est qu’il n’y a pas de theorie du langage dans l’école de Frankfort – qui est une théorie critique mais quand même critique du marxisme mais dans une suite de Marx –. Alors il n’y a pas de theorie du langage chez Marx … et le résultat aussi c’est qu’il n’y a pas de theorie de l’art et de la littérature. Les conséquences ont été directement politiques : avec Lénine, la littérature de parti … et … on fusillait tout le reste. La littérature de parti c’est un instrumentalisme, c’est-à-dire que c’est encore le signe ; autrement dit – cette expression très très innocente apparemment, très banale – on se sert du langage pour communiquer. … Eh bien non, on ne se sert pas du langage, moi je peux me servir d’un stylo ou je peux me servir d’un marteau mais personne ne se sert du langage : parce que vous êtes langage, vous ne pouvez pas vous servir du langage. Mais, en revanche, vous pouvez vous servir des autres : c’est-à-dire, que vous en faites des instruments … la notion de « se servir de » n’est pas du tout innocente. Donc, vous voyez, dès qu’on réfléchit sur le langage, en fait, on est sur le terrain politique. Le problème de Spinoza est différent : c’est pour cela précisément que je viens de faire un travail sur Spinoza … c’est que, à l’opposé de Descartes, il refuse la séparation traditionnelle, l’hétérogénéité traditionnelle entre le corps et l’esprit … Cela ne suffit pas pour penser le langage et généralement ce qu’on a retenu de Spinoza c’est une critique du discours … effectivement le traité théologico-politique est une analyse de discours pour séparer la notion de sens et la notion de vérité : ce n’est pas la même chose la vérité et le sens. Mais, j’ai lu beaucoup de livres sur Spinoza : l’immense majorité dit qu’il n’y a pas de langage chez Spinoza, il n’ y a pas de question de langage et puis … quelques philosophes plus sérieux, nouveaux, travaillent le langage chez Spinoza … mais uniquement en étudiant des mots : tel mot, tel mot, tel mot … c’est très précieux, c’est très sérieux comme travail mais c’est fondé sur une immense erreur parce que le langage ce n’est pas des mots. Des mots, des mots, des mots ce n’est pas le langage. L’unité du langage c’est le discours … il y a une très belle phrase de Humboldt qui dit : « les mots ne précédent pas le discours, les mots procèdent du discours ». Donc, l’unité est née massive d’abord, l’unité c’est ce que vous dites … les mots ne sont que des unités reconstituées après coup et qui, d’ailleurs, ne sont pas les mêmes selon les langues. La notion de mot n’est pas la même en japonais et dans les langues européennes, sans compter qu’un mot en français ce n’est pas la même chose qu’un mot en allemand ; autrement dit, cette notion de mot est illusoire, en grande partie illusoire … je suis entré dans le détail simplement pour montrer que le critère de la pensée peut très bien être dans l’histoire de la pensée … la pensée du langage : autrement dit, je vais regarder chez vous ce que vous faites du langage et après je vous dirai qui vous êtes, et puis je le dirai à tout le monde.

Je pense que penser est un art … et que donc il y a des artistes de la pensée … et c’est une hypothèse qui mérite d’être explorée parce que si on regarde la pensée comme un art, d’abord cela amène à faire la distinction entre plusieurs modes de penser, cela amène à reconnaître qu’on mélange au moins trois choses différentes dans ce qu’on appelle avec un seul mot la pensée.

Je pose que la première activité de la pensée c’est d’inventer de la pensée. D’inventer une pensée, d’inventer quelque chose qu’on n’a jamais pensé avant. À ce moment-là, ça met sur le même plan tout ce qui est pensé dans tous les ordres de pensée : la pensée poétique – c’est-à-dire que la pensée poétique consiste à inventer quelque chose qu’on appellera un poème qui n’a jamais été écrit avant, qui n’a jamais été pensé avant comme ça –, la pensée philosophique – ce qui transforme la philosophie –, de même la pensée sociologique c’est ce qui transforme la sociologie … la pensée scientifique c’est ce qui transforme la science … et cela peut se dire spécialité pour spécialité … évidemment, quelqu’un qui invente quelque chose en chimie, il a une pensée de la chimie qui invente quelque chose. Bon, alors si penser c’est inventer de la pensée quel que soit le domaine de la pensée, immédiatement, ça paraît comme quelque chose de différent du commentaire ou de l’interprétation : c’est-à-dire qu’on est obligé de distinguer après cette définition de la pensée comme invention de la pensée, une autre activité de la pensée qui consiste à travailler à comprendre ce qui a été l’invention d’une pensée … on peut passer sa vie à travailler à comprendre ce que les premiers ont inventé.

De toute façon, l’humanité depuis des siècles et des millénaires n’arrête pas de continuer de travailler à comprendre ce que des gens ont inventé. Donc ça c’est une deuxième activité : travailler à comprendre.

Il y a une troisième activité qui consiste à expliquer aux autres ce qu’on a compris de ce que les premiers ont pensé … et s’il n’y a pas de rapport entre comprendre, expliquer et cette invention de la pensée, alors on est dans ce que j’ai appelé le maintien de l’ordre. Le maintien de l’ordre suppose que les idées soient arrêtées … vous savez ce qui arrive à une idée qui, arrêtée, elle ne bouge plus puisqu’elle est arrêtée : c’est-à-dire que c’est une idée morte. Alors, le problème de la pensée comme art entraîne cette distinction … mais ça entraîne aussi autre chose qui se relie directement à ce que je mets dans ce petit livre, dans Crisis del Signo : c’est-à-dire l’interaction entre la pensée du langage et la pensée de l’art.
Moi, je ne suis pas philosophe, donc mon travail la plupart du temps consiste à regretter chez les philosophes de ne pas trouver ce que je voudrais y trouver : c’est-à-dire par exemple une pensée du langage. Eh donc, j’ai un rapport difficile avec la philosophie : c’est un rapport d’amour déçu, c’est comme avec la psychanalyse … c’est déjà, d’ailleurs, le sujet d’une comédie … autrement dit, il y a du comique dans la pensée. Il ne faut pas oublier le comique : il y a un très grand comique de la pensée … « le comique de la pensée, c’est quoi » ? Eh bien, c’est de pouvoir rire de ce qu’en général on ne voit même pas comme quelque chose de risible … et comme il est très égoïste de rire tout seul, immédiatement ce qui devient le travail de la pensée c’est de faire partager ce rire. Donc, il ne faut pas oublier le rôle du comique dans la pensée et dans l’histoire de la pensée. Alors, la pensée comme art, évidemment, suppose de réfléchir par exemple sur la peinture, sur la sculpture, sur les arts plastiques, sur le cinéma etc. ; or, « qu’est-ce qu’on constate aujourd’hui » ? On constate que nous sommes dans une civilisation mondialisée de la sémiotique, nous sommes dans une mondialisation de la sémiotique … et « la sémiotique, qu’est-ce que c’est » ? … La sémiotique est fondée sur la notion de signe, la sémiotique suppose un système de signe. Or, « qu’est-ce que vous pouvez tous constater » ? C’est qu’il y a pleins de travaux sur la sémiotique du cinéma, la sémiotique de la peinture etc. … tous ces braves gens n’ont pas réfléchi que l’art n’est pas fait avec des signes. Comment dire, ni au sens concernant les arts du langage, ni au sens du signe linguistique : parce que l’art commence là où le signe finit, parce que le signe est fait essentiellement, le signe linguistique, il est fait du discontinu, le signe linguistique est incapable de comprendre le continu. Le rapport entre le corps et le langage ou l’interaction entre la théorie du langage, la poétique, l’éthique, la politique tout ça c’est étranger au signe. Le signe a engendré une technologie du langage, la linguistique ; et c’est parce que la linguistique structuraliste a été un très grand moment de technologisation du langage … mais le langage c’est infiniment plus que ce que la technologie des linguistes peut analyser … infiniment plus. Ce qui ne veut pas dire que la technologie du langage ne trouve pas des choses intéressantes …. je le sais parce que je suis linguiste … mais ça ne suffit pas … c’est ça le problème, ça ne suffit pas … Alors, maintenant le problème des arts plastiques, par exemple, eh bien … c’est de voir que les unités ne sont pas des signes … le rouge chez un peintre du XIVe siècle c’est une valeur … ça n’a rien à voir avec le rouge chez un peintre impressionniste ou chez un peintre abstrait … et déjà la notion même de couleur est une abstraction : parce qu’une peinture ce n’est pas simplement une couleur, une forme etc. … c’est beaucoup plus compliqué. Donc, la peinture n’est pas faite de signes … il peut y avoir des signes, par exemple, au cinéma parlant … il y a bien sûr du langage dans le cinéma parlant … mais le langage qui est dans le cinéma parlant : il est un élément d’un ensemble qui est un film et si ce film est de l’art, eh bien, ça déborde la notion de signe.

Donc vous voyez la sémiotique généralisée de l’art dans la mondialisation contemporaine c’est une très grande erreur … voilà. La plupart du temps on ne voit même pas ça comme une erreur. Alors, je trouve ça très drôle, c’est pour ça que, d’une certaine façon, l’ironie peut être un instrument pédagogique … oui, si on fait rire les gens … ça peut aider à leur faire comprendre que jusqu’ici, bien, ils pensaient des bêtises … alors voilà, un deuxième sens pour l’idée de la pensée comme art … et il y a un troisième sens : c’est que ça montre l’importance éthique et politique de l’art dans la société parce que sinon l’art est une chose à part ; prenez le langage des sociologues, par exemple, quand ils parlent d’hédonisme, quand ils critiquent l’individualisme en parlant d’hédonisme …. l’hédonisme « qu’est-ce que c’est » ? Ça consiste à se faire plaisir … c’est une superbe bêtise parce que l’artiste ne vit pas pour se faire plaisir. Van Gogh a vendu un tableau dans toute sa vie, ce n’est pas la même chose que le marché de l’art. Donc, il ne faut pas confondre l’art, l’artiste et le marché de l’art. En plus, ça entraîne d’autres questions et c’est un problème très riche … ce problème de la pensée comme art … ça entraîne à reconnaître l’importance stratégique de l’art dans la société et dans la pensée de la société, c’est-à-dire pour le politique et pour l’éthique et aussi évidemment pour le langage. Je suis sûr que je n’ai tout dit …
[Rire / Applaudissements]

[Diógenes Céspedes prend la parole pour clore la manifestation en invitant le public à continuer à réfléchir sur la poétique meschonnicienne : sur cet art de penser et cette pensée de l’art. Il remercie tous les participants et tout particulièrement il adresse ses remerciements à Henri et Régine Meschonnic, à José Rafael Lantigua, président de la Commission Permanente de la Foire du Livre, et à Pedro Ureña pour avoir traduit en simultané en espagnol le discours de Meschonnic tout au long de la manifestation.]

Transcription par Marcella Leopizzi sous la direction de Diógenes Céspedes

ENTRETIEN AVEC HENRI MESCHONNIC



DIÓGENES CÉSPEDES
ENTRETIEN AVEC HENRI MESCHONNIC

Bonjour, cher Henri, je voudrais commencer notre entretien en parlant de ce que tu as dit il y a deux jours – le 28 avril – à la fin de ton discours de présentation du livre Crise du signe … Tu as envisagé la poétique comme un art de penser, un art de la pensée. Cet art de penser remet en cause le fondement de la culture occidentale ancré sur la métaphysique du signe. Cette théorie du signe est en crise et elle est un des piliers de cette culture à travers des concepts d’État, langage, sujet, éthique, littérature, histoire. Donc, les sens sont complètement en crise et tu définis parfois la crise comme la désorientation des sens. Comment es-tu venu à créer cet art de penser … je ne sais pas si c’est à travers toutes tes études : la licence, la maîtrise, le doctorat, l’agrégation … ce nouvel art de penser que tu mets en pratique depuis trente ans, dès la publication de ton premier livre Pour la poétique paru en 1970 ?

M. : Alors c’est une question qui montre bien qu’on ne peut pas séparer la pensée et la vie et que peut-être une œuvre intellectuelle est une sorte de biographie cachée, à la fois ouverte et cachée c’est-à-dire que, en fait, chaque fois qu’on fait quelque chose, si on y est complètement engagé, c’est une façon de raconter sa vie …

C. : … c’est une façon de raconter sa vie ? …

M. : … mais c’est vrai que généralement, moi, je n’aime pas tellement raconter ma propre biographie … je raconte ma vie sous la forme d’une aventure de pensée … dans la mesure où il y a trois sortes d’activités dans mon travail : il y a les poèmes, il y a la traduction et puis il y a la théorie qui est un travail sur la théorie du langage, la théorie du rythme … mais ce que j’appelle théorie ce n’est pas la même chose que le savoir, la science, la connaissance.
Pour moi, la théorie c’est la réflexion sur l’inconnu, c’est la réflexion sur ce qu’on ne connaît pas et le paradoxe du langage c’est que … c’est un paradoxe double … c’est que tout en étant des êtres de langage, nous n’avons pas de rapports directs avec le langage. Nous n’avons avec le langage que des rapports indirects : des idées que nous avons dessus, des connaissances que nous en avons. Or, les connaissances sont toujours historiques, culturelles, datées, situées, c’est-à-dire limitées. On ne sait pas la même chose au XVIIIe, au XIXe, au XXe siècle : ce qui ne veut pas dire qu’au XXe siècle on en sache plus qu’au XVIIe, au XVIIIe, au XIXe siècle parce que le savoir n’est pas linéaire, n’est pas cumulatif : il y a des intermittences du savoir, on ne sait pas les mêmes choses, on ne se pose pas les mêmes questions. Ça, c’est le côté de l’inconnu de la théorie du langage. Mais, si je prends les poèmes, l’activité qui consiste à écrire des poèmes est aussi un rapport avec l’inconnu parce que si vraiment il y a des poèmes qui s’écrivent, ce n’est pas en fonction de la connaissance qu’on a de la poésie. Si un poème s’écrit en fonction d’une connaissance de la poésie, il est mort d’avance parce qu’il n’est rien de plus que l’écriture de la poésie intérieure. Autrement dit, il faut aussi qu’il y ait une part d’inconnu dans le poème, et … le paradoxe qui vaut pour tout ce qui est art … le paradoxe du rapport entre l’artiste et l’art, c’est que l’art est avant tout l’affaire de l’historien de l’art, du collationneur d’art, de l’amateur d’art …et il est certain que l’artiste doit aussi connaître l’art mais, en même temps, l’art est l’ennemi numéro un de l’artiste. L’art est l’ennemi numéro un de l’artiste parce que l’artiste pour être un artiste, tout en connaissant son art doit impérativement, pour une raison vitale, se détourner de ce qu’il sait de l’art, sinon … c’est simplement qu’il n’existe pas comme artiste. Donc l’artiste pour être artiste doit être beaucoup plus du côté de l’inconnu de son art que de la connaissance de son art. Alors, en tout cas, déjà une chose remarquable c’est que … dans la mesure où il y a une sorte de passion de l’inconnu … et bien c’est déjà un élément qui relie l’un à l’autre le poème et la théorie. Le poème n’est pas l’application de la théorie, la théorie n’est pas la réalisation du poème : mais tous les deux, le poème et la théorie, partagent des côtés différents disons du même inconnu ; dans les deux cas, il y a de l’inconnu … et il n’est pas sûr que l’inconnu de la théorie soit uniquement l’inconnu du concept parce que, je crois que, pour qu’il y ait théorie, c’est-à-dire une interrogation – par exemple sur ce que fait le langage, sur ce que fait un poème, sur ce qu’est l’art en général, la peinture, la sculpture, n’importe quel art – cette interrogation mobilise à la fois l’affect et le concept : ce qui est un deuxième élément qui associe le poème et la théorie. Alors que, vu superficiellement, on peut penser que le poème est une activité spontanée, affective et la théorie une activité intellectuelle : mais cela, je crois que, c’est une très grande erreur sur ce que c’est que l’activité intellectuelle.



C. : Quelque part dans un de tes livres tu poses que la vie biographique, la biographie d’un sujet, d’un écrivain en particulier, n’est pas importante pour déterminer la valeur d’un texte littéraire … je suis parfois amené à discuter avec des gens qui lisent un texte littéraire à partir de la vie d’un écrivain, etc. … Tu poses un sujet de culture et un sujet biographique qui ne sont pas les mêmes. Pourquoi les gens sont si attachés à lire les textes littéraires en partant de la vie de l’auteur ?

M. : Il y a deux choses là-dedans, il y a une confusion entre ces deux choses. Il est indiscutable que ce que quelqu’un fait dans sa vie, il le fait avec sa vie et c’est une vie qui est toujours une vie historique située dans une ville, dans un pays, dans une culture, dans une époque et ce n’est pas la même chose selon les époques. La vie n’est pas la même et la vie des individus n’est pas la même. Donc, ça c’est un principe élémentaire pour commencer par situer, par exemple les poèmes d’un écrivain dans la vie de cet écrivain et par rapport à ce qu’il a vécu. Si bien que cette sorte de condition première facilite une grande confusion avec quelque chose qui n’a pas toujours existé – parce qu’on a tendance à penser que le rapport à la biographie est tellement naturel que ça a toujours été comme ça – : c’est surtout, à ma connaissance, à partir du début du XIXe siècle que dans la critique littéraire Sainte-Beuve invente le rôle de la biographie dans l’étude de la littérature en rabattant toute la compréhension qu’on peut avoir d’une œuvre littéraire sur la vie de l’auteur et sur la connaissance de son caractère, de sa personnalité donc de tous les éléments de sa biographie. Et ça, c’est tout à fait caractéristique de l’historicisme du XIXe siècle : c’est une manière de renvoyer une œuvre à une vie qui est très XIXe siècle ; et c’est de l’historicisme au sens où j’appelle « historicisme » la réduction aux conditions de production du sens. Alors, tout cela donne une très grande naïveté d’ailleurs de Sainte-Beuve qui pensait qu’en fréquentant un écrivain, on le connaissait personnellement ; en le connaissant mieux, on pouvait mieux connaître son œuvre, etc. … C’est une erreur énorme sur ce que c’est qu’une œuvre ; la preuve de cette erreur s’il n’en fallait qu’une, c’est le rapport entre Sainte-Beuve et Baudelaire. Sainte-Beuve n’a rien compris à Baudelaire … et il avait tendance à le traiter avec une certaine condescendance mais justement parce qu’il le connaissait. Et donc, il y a quelque chose de caricatural. Alors, ensuite toutes les sciences humaines et, en particulier, l’histoire de la littérature depuis le XIXe siècle, y compris au XXe siècle massivement, est restée tributaire de cette pensée du XIXe siècle ; elle est restée historiciste et donc surtout dans sa réalisation scolaire, c’est-à-dire qu’on continue à l’école, selon tous les degrés … primaire, secondaire et universitaire … on continue en masse de donner une place à la biographie des écrivains qui est une place explicative. Alors ça c’est une raison déjà historique et qui montre bien que nos sciences humaines, y compris l’étude de la littérature aujourd’hui est extrêmement XIXe siècle … elle reste très XIXe siècle.
En plus, maintenant, je regarde ce problème du point de vue de ce que j’appelle la « poétique » – c’est-à-dire, dans un sens général, l’étude de ce qu’est la littérature, du fonctionnement de la littérature, du fonctionnement des œuvres littéraires (parce que c’est ça la poétique fondamentalement) … ça c’est mon travail personnel parce qu’au XXe siècle le terme de « poétique » a désigné des choses très très différentes.
Ce que moi j’appelle la « poétique » est tout à fait autre chose par rapport à la poétique des formalistes russes, à la poétique structuraliste : parce que c’est un développement interne à partir de l’étude du fonctionnement des œuvres littéraires, un développement interne vers la théorie du langage … on ne peut pas réfléchir sur une œuvre littéraire qui est écrite, qui est faite de langage, qui est un art du langage sans réfléchir sur le langage … et, réfléchir sur le langage entraîne un certain nombre de conséquences, d’ouvertures. C’est ce qui fait que j’avais donné comme sous-titre « Anthropologie historique du langage » à Critique du rythme.
Alors, à partir de là, effectivement je suis amené à réfléchir sur ce qu’on appelle le « sujet » et à faire un certain nombre de distinctions entre le « sujet psychologique » – et puis les diverses variétés du « sujet psychologique », y compris le « sujet freudien » de la psychanalyse – … Et si je fais l’addition de toutes les fonctions de l’individu que je peux connaître et qui sont des fonctionnements, je trouve chaque fois un sujet différent : le « sujet de l’histoire », le « sujet de la langue », le « sujet du bonheur » etc. … ; ainsi, je suis amené à distinguer un « sujet du poème » qui n’est aucun sujet précédent : ce n’est pas le « sujet philosophique » conscient, unitaire, volontaire, ce n’est pas le « sujet psychologique » qui est le sujet des émotions, le sujet du moi (parce que déjà le « je » et le « moi » ce n’est pas la même chose)… donc, toutes ces distinctions que je suis amené à faire m’amènent à postuler la nécessité de penser un sujet spécifique qui est le « sujet de l’art » et, en ce qui concerne les arts du langage, je l’appelle le « sujet du poème ».
Eh bien, à partir de là, on voit tout de suite que ce n’est pas la même chose que la biographie : du point de vue de la poétique, c’est effectivement une simplification grossière et finalement très ignorante, à la fois arrogante et naïve que de croire qu’on peut expliquer une œuvre littéraire à partir de la biographe de l’auteur.

C. : Sainte-Beuve et d’autres – cela même au XXe siècle – se sont posé la question que les œuvres anonymes n’avaient pas de sujet biographique tel qu’ils le cherchaient …. et quel a été le résultat de ces recherches ? Cela ne prouvait-il à ces mêmes critiques littéraires historicistes la nécessité d’expliquer les œuvres anonymes d’une autre manière que par la biographie de l’auteur ?

M. : Je crois que c’est une question mal posée mais on comprend très bien que cette distinction entre les œuvres dont on connaît l’auteur et les œuvres anonymes viennent justement de la place donnée à la biographie des auteurs. Parce que si on regarde uniquement le fonctionnement d’une œuvre littéraire, qu’elle soit anonyme ou qu’elle soit attribuée à quelqu’un de connu, cela ne change strictement rien. Il s’agit devant une œuvre littéraire de comprendre ce qu’elle fait et comment elle le fait. De ce point de vue, la connaissance de la biographie de l’auteur est tout à fait secondaire.
Eh, bon voilà c’est tout ce que je peux dire, je crois, pour cette anonymat des œuvres littéraires … parce que parler d’anonymat des œuvres littéraires – ce qui est une réalité de l’histoire littéraire – implique de confondre le « sujet psychologique » et le « sujet du poème » : c’est-à-dire cela implique de confondre l’emploi des pronoms personnels « je », « tu », « il » etc. avec le « sujet du poème » …. Mais le « sujet du poème » n’est pas l’auteur. Le « sujet du poème » c’est la subjectivation de tout le discours, c’est l’organisation même du discours, c’est ce qui fait que la réflexion sur le « sujet du poème » tient bien plus de l’étude du rythme (le rythme comme organisation du mouvement de la parole dans l’écriture) que de la connaissance historique d’un auteur.

C. : D’après ton expérience, cela nous ramène au problème de la « valeur », c’est-à-dire la valeur dans le texte littéraire … C’est ça qu’il faut enseigner à l’école soit secondaire, soit universitaire et pas tout le reste ? … Tu penses que ça correspondrait à transformer tout le système d’enseignement secondaire, universitaire pour enseigner ou pour analyser la valeur ? … Je ne sais pas si on peut enseigner la valeur …

M. : Non, je ne dis pas du tout qu’il faille supprimer le reste. Je ne dis nullement qu’il faille ou qu’on puisse se passer de l’histoire littéraire, pas du tout ; ce que je veux dire c’est que pour comprendre ce qu’est la valeur d’une œuvre d’art et, en particulier, d’une œuvre littéraire, il faut faire une critique de l’esthétique … de l’histoire de l’esthétique … Si on regarde l’histoire de l’esthétique, c’est une réflexion sur le sensible sur le beau qui, en fait, du XVIIIe siècle à nos jours (en particulier avec l’esthétique analytique américaine), a perdu la question de la valeur … La question de la valeur est à reprendre en termes de définition … au sens où … je vais prendre comme exemple des formulations de Baudelaire : Baudelaire n’aime pas un peintre militaire qui s’appelle Horace Vernet … et il dit « ce n’est pas de la peinture » … et puis des peintres qu’il aime, comme Delacroix, il dit … « ça c’est un tableau » … et ce sont des expressions extrêmement intéressantes parce qu’elles montrent que le problème de l’art tient à la définition même de ce qu’est une œuvre. Autrement dit, je pose que la valeur est la réalisation maximale de la définition. Ce qui est implicite dans la phrase de Baudelaire : « c’est de la peinture ou ce n’est pas de la peinture » … ce qui accessoirement d’ailleurs élimine des questions telles que la poésie pure ou bien l’opposition en peinture entre l’art abstrait et l’art figuratif.
Alors, cette question de la valeur, qu’est-ce que c’est ? Je pense qu’on peut dire que la valeur c’est l’invention d’une historicité radicale, c’est-à-dire l’invention d’une historicité dans les manières de voir, de sentir, de comprendre, de dire, de lire, de traduire. C’est le sens de l’historicité des choses en art … et, à ce moment-là, dire que d’une œuvre « ça c’est de la peinture ou ce n’est pas de la peinture », « c’est de l’art ou ce n’est pas de l’art » implique que ça renouvelle l’art ou que ça ne renouvelle pas l’art … De ce point de vue, est de l’art seulement ce qui renouvelle l’art … le reste est plus ou moins un mélange de connaissances de l’art et de reprises des réussites antérieures connues.
Ce qui fait qu’on retrouve le rapport entre la poésie et l’amour de la poésie ; un poème qui est fait avec l’amour et la connaissance de la poésie, pour moi, n’est pas un poème …. et voilà, donc, je reprends sur ce plan-là, sur le plan du poème, la question de la valeur : « c’est un poème ou ce n’est pas un poème » ; ce n’est pas un problème formel parce que si, par exemple, je regarde un sonnet : un sonnet est une forme mais cette forme ne me permet absolument pas de reconnaître des éléments qui sont de l’ordre de la valeur, c’est-à-dire, que ce sonnet peut être un très bon sonnet et un mauvais poème. Ça peut-être aussi un sonnet et un très bon poème : alors ce n’est pas la forme-sonnet qui va m’aider à comprendre ce qu’est la valeur en poésie. Donc, je suis obligé de chercher ailleurs … eh ailleurs c’est dans le rapport historique à la poésie antérieure ; autrement dit, je retrouve la question du poème qui est de l’ordre de l’inconnu et qui se détourne : qui consiste à se détourner de la poésie connue. Donc, dans la valeur, il y a essentiellement l’invention d’une historicité : c’est pourquoi j’ajoute l’adjectif « radical » … c’est l’invention d’une historicité radicale. Cette invention suppose ce sujet spécifique qui est le « sujet du poème » … À ce moment-là je suis amené par l’enchaînement des implications à demander qu’il y ait un enseignement supplémentaire qui ne cherche pas à supprimer les autres enseignements ; il ne s’agit pas de supprimer l’enseignement de l’histoire : il s’agit éventuellement de supprimer ou de lutter contre certaines erreurs … par exemple la confusion entre le « sujet biographique » et le « sujet du poème ». Là, il y a effectivement un travail de nettoyage à faire de certaines erreurs traditionnelles bien incrustées dans l’enseignement … Mais il y aurait surtout à introduire un enseignement qui n’existe pas à partir de cette question de l’art et de la littérature et qui est la question de la valeur. C’est un enseignement qui montre l’enchaînement interne entre la théorie du langage, la poétique, l’éthique et le politique. Et c’est un enseignement qui aurait une importance éthique et politique très grande autant qu’une importance littéraire. On pourrait dire que cette importance, d’une part, consisterait à montrer – ce qui aurait un très grand effet pédagogique – que l’identité n’advient que par l’altérité et donc, en ce sens, c’est un enseignement à la fois éthique et politique … et, en même temps, il y a un autre élément capital dans cet enseignement : il montrerait aux politiques, à la fois aux spécialistes de la politique et du politique, l’importance première de l’art dans l’éducation, pas comme ornement de la vie mais comme fondement de la théorie des sujets … et dans la mesure où c’est un élément qui est méconnu, donc qui est escamoté, je dis que de cet élément très fragile – puisque on peut l’escamoter – dépendent tous les autres, c’est-à-dire, l’éthique et le politique.



C. : Il y a trois grands noms dans le travail de Meschonnic, dans tous les travaux de Meschonnic sur cet art de penser : ce sont Saussure, Benveniste, Humboldt. Considères-tu que ces trois grands noms sont des penseurs d’art ? Et par rapport à d’autres Français que tu aurais pu connaître, au cours de ta vie littéraire, … est-ce qu’il y aurait d’autres Français qui seraient placés au même rang que Benveniste, Saussure et Humboldt ?
M. : Il y a quelque chose d’étrange dans ces trois noms, c’est que Saussure, Benveniste et puis, historiquement, chronologiquement Humboldt d’abord ne sont pas des penseurs de l’art …

C. : … ce ne sont pas des penseurs de l’art … Permets-moi une question, est-ce que tu considères que les quatre concepts fondamentaux de Saussure, ou le concept de l’énergie chez Humboldt et le travail de Benveniste sur le sujet ne seraient pas récupérables comme des concepts d’un art de penser ?

M. : Non, non au contraire. Bon, si je prends, un par un et chronologiquement, ce que je crois qui est très fécond chez Humboldt (quand je dis que c’est fécond je veux dire que Humboldt est plus un penseur d’avenir qu’un penseur du passé et il n’a pas eu son avenir – Humboldt, son avenir est encore à venir : c’est quelqu’un qui est mort en 1835, que ses contemporains considéraient comme quelqu’un de bizarre parce qu’il apprend des tas de langues qui ‘‘n’intéressent’’ personne : des langues de Malaisie, des langues amérindiennes … et certainement c’est quelqu’un qui peut-être n’était pas loin de passer pour un raté, après la grande carrière diplomatique qu’il avait eue, puisqu’il avait aussi fondée l’Université de Berlin et puis il s’était retiré pour étudier les langues –) ; or, sur le plan de l’aventure de la pensée je crois qu’Humboldt est extrêmement important parce qu’il est le premier, et pratiquement dans tout son siècle le seul, à se poser la question de l’interaction entre la langue et la pensée. Il se demandait pour la langue latine et la littérature latine « qu’est-ce que la langue latine devait à la poésie latine et qu’est-ce que la poésie latine devait à sa langue » … eh, à mon sens, enfin à ma connaissance, cette question est tombée dans un oubli complet … et c’est cette question que j’essaie de reprendre à mon tour. C’est à la fois une question de l’interaction entre le langage et la pensée et c’est aussi effectivement une question de l’énergie et de la pensée : ce que moi j’appelle « le continu » … c’est-à-dire le continu entre un corps et un langage avec tous les enchaînements que ça donne (pas seulement le continu entre corps et langage, entre langue et pensée, langue et culture mais aussi le continu entre ce que nous appelons les disciplines universitaires et que tout le XIXe siècle a séparées à partir de la rationalité des Lumières, à savoir l’éthique, la politique, la science, l’esthétique etc.). Ce que j’essaie de faire c’est de reprendre cette pensée de Humboldt pour penser ensemble (comme ça n’a jamais été pensé … – sauf qu’en un certain sens il y avait cette interaction chez Aristote, mais ça a été oublié depuis Aristote … et Aristote pensait avec les concepts de son temps … donc, il ne s’agit pas de revenir à Aristote) – l’un par l’autre, l’un transformant l’autre, les autres : le langage, l’art, l’éthique et la politique … et Humboldt est une sorte de point de départ pour cela.
Saussure est quelqu’un qui invente la notion de « système » qui n’existe pas dans tout le XIXe siècle. Saussure est un drame de la pensée et c’est pour cela d’ailleurs qu’il n’a pas publié son œuvre … et lui aussi c’est un raté du point de vue de ses contemporains … c’est-à-dire quelqu’un qui n’a pas eu le succès qu’on attendait de lui quand il avait vingt ans : parce que quand il a eu vingt ans il a écrit un mémoire qui est génial sur les voyelles de l’indo-européen (où il voyait sur toutes les langues indo-européennes anciennes et vivantes qu’il manquait un [a] long et il a dit « il faut postuler ce [a] long … et, trente ans plus tard on découvre le hittite… eh… là on trouve le [a] long que Saussure avait imaginé) – c’est du même ordre que quand l’astronome Le Verrier d’après ses calculs, dit « il y a une planète, il faut qu’il y ait une planète » et après on découvre que c’est Neptune –. La notion de « système » suppose des différentiels internes : de ce point de vue, le système n’a rien à voir avec la structure des structuralistes. Or, la première chose à faire par rapport à Saussure c’est de faire comprendre à tout le monde – y compris aux spécialistes qui continuent de faire comme s’il ne s’était rien passé depuis quarante ans – que le structuralisme est un amas de contresens sur Saussure et que la notion de structure elle est a-historique alors que la notion de système est historique … C’est cette notion de système qui est très forte parce qu’elle implique l’enchaînement, l’implication réciproque : en ce sens, elle est très proche de la pensée de Humboldt. L’implication réciproque des choses du langage et de la société et, donc, aussi des choses de l’art … Malgré les études que Saussure a faites sur la poésie, par exemple sur la poésie allemande ancienne des Nibelungen, on ne peut pas dire que Saussure soit un penseur de l’art …
Quant à Benveniste, Benveniste c’est quelqu’un qui lui aussi invente un concept nouveau : c’est le concept de « discours », c’est celui de l’inscription du sujet dans son langage … Si je prends toute la pensée du langage au XXe siècle, à ma connaissance, il y a deux concepts qui ont été inventés – le reste c’est de l’artisanat – : c’est le concept de « système » chez Saussure et le concept de « discours » chez Benveniste. Ce sont vraiment deux concepts nouveaux. Eh bien, je crois qu’on peut dire que Benveniste est mort intellectuellement en 1969 – il est mort biologiquement en 1976 – : en 1969, son dernier travail, publié avec le vocabulaire des institutions indo-européennes, c’est un article intitulé Sémiologie de la langue. Dans cet article, Benveniste fait l’ébauche d’une pensée de l’art et il dit deux choses qui sont absolument capitales : il compare le langage, la peinture et la musique et il dit que les œuvres d’art sont toujours particulières et que les œuvres d’art sont du sémantique sans sémiotique. Alors, je retiens ça, du sémantique sans sémiotique … puis, il ajoute que, dans les œuvres d’art, les unités ne sont pas des signes. Toute la sémiotique contemporaine n’a pas fait attention : les sémanticiens contemporains n’ont pas lu sérieusement cet article de Benveniste.
D’une certaine façon Humboldt, Saussure, Benveniste sont pour moi des jalons dans la construction d’une pensée de la systématicité du langage et de l’art, et des implications étiques et politiques. Voilà, ce qu’aucun de ces trois-là n’a pensé dans tout son développement mais moi justement c’est ce que j’essaie de penser dans tout mon développement …

C. : … Y compris le concept majeur – le rythme – qui n’est pas très développé chez Benveniste, par contre c’est bien développé chez Henri Meschonnic …

M. : … oui, effectivement … mais chez moi l’importance donnée au rythme … ça vient essentiellement du travail de traducteur de la Bible, à partir du moment où je me suis rendu compte que dans la Bible il n’y avait pas de métrique – donc il n’y avait ni vers ni prose – mais qu’il y avait une organisation du rythme qui faisait l’organisation du mouvement de la parole. Cela c’est fondamental pour sortir des catégories grecques de la pensée … eh il est vrai que Benveniste a fait une étude archéologique, à laquelle dans le fond personne n’avait prêté attention, qui a été significative pour moi : puisque ce que montre Benveniste dans cet article de 1951 c’est que la définition courante du rythme n’est pas naturelle car elle a été inventée par Platon. Mais Benveniste en reste là : il a fait un travail d’archéologue. Il est très important d’avoir montré que c’est Platon qui a inventé la définition courante du rythme … et le travail de Benveniste sur ce plan n’est pas un travail conceptuel : c’est un travail d’historien de la sémantique … mais moi ce que je fais c’est : déplatoniser la notion courante …

C. : Bon, je pense qu’on a fini … le concept majeur c’est : l’art de penser de Meschonnic … je te remercie pour cet entretien que tu m’a accordé.

Transcription par Marcella Leopizzi sous la direction de Diógenes Céspedes